La transición ecológica del sector del acero y el aluminio es especialmente compleja por su gran consumo de energía y la generación de emisiones durante los procesos industriales. Además, es un sector estratégico en España en el que trabajan más de 30.000 personas
“Reto a cualquiera a que me diga una sola actividad humana donde no esté el acero, bien en el producto, o bien en el proceso de producción”. Así de tajante se muestra Andrés Barceló, presidente de la Asociación Empresarial de la Industria Siderúrgica (UNESID). Desde las infraestructuras, a los sistemas de transporte, el suministro de agua, la producción de energía, la maquinaria industrial o los electrodomésticos o envases que utilizamos en casa, el acero y el aluminio son parte de nuestro día a día.
Y, sin embargo, su fabricación, sobre todo si es a partir del mineral de hierro y no de chatarra, es “una máquina de producir CO2”, asegura el presidente de la patronal siderúrgica. “1,8 toneladas de CO2 por cada tonelada de acero”, explica Barceló sobre este tipo de proceso conocido como siderurgia integral.
Los sectores industriales electrointensivos, como el del acero y el aluminio, han iniciado su senda hacia la descarbonización, pero se encuentran con importantes retos debido a su alta huella y a las dificultades técnicas de reducir los gases de efecto invernadero asociados a sus procesos productivos. “Es una industria muy intensiva en el consumo de energía y cuya huella es alta porque está muy asociado a los combustibles fósiles y porque se libera también CO2 durante los procesos de fabricación”, explica Antonio Ferrer, técnico de Instituto Sindical de Trabajo, Medio Ambiente y Salud (ISTAS) de la Fundación 1 de Mayo. Y aunque la transición en España podría ser algo más sencilla que en otros países europeos, porque sólo una pequeña parte de la siderurgia, aproximadamente el 20%, es integral, frente al 60% en Europa, requerirá de un cambio de modelo energético.
“El hidrógeno será clave para la descarbonización”, asegura Ana Isabel Martínez García de Syndex, una consultora especializada en diálogo social. “El problema es que el hidrógeno sólo podrá ser uno de los pilares de la descarbonización si la producción es verde”, continúa. Un proceso que, sin embargo, también requiere de un gran consumo de energía. Así, sólo el 0,7% del hidrógeno que se produce hoy en día es verde, según Syndex. Para conseguir que todo el hidrógeno sea verde, se necesitaría “el equivalente a la producción total de electricidad de la Unión Europea”, explica la consultora.
En ese difícil camino, el sindicalismo puede ser un activo fundamental para abordar los principales retos desde una perspectiva de justicia social. “Estamos hablando de un sector estratégico en España, en el que trabajan miles de personas”, asegura Ferrer. La industria siderúrgica española emplea a casi 21.000 personas de forma directa, a los que habría que sumar otros 11.000 empleos en la reciclaje de acero, según UNESID. “No podremos hablar de transición justa si no se sitúa a las personas, el empleo y las condiciones laborales por delante de todo. La planificación de una Política Industrial como país a corto, medio y largo plazo es necesaria para abordar la transformación que va a sufrir la industria de nuestro país”, añade Álvaro Garrido, del área de Estrategias Industriales de CCOO de Industria.
Para abordar este papel clave del sindicalismo, el Instituto Sindical de Trabajo Ambiente y Salud, integrado en la Fundación 1º de Mayo, y Comisiones Obreras de Industria organizaron el pasado mes de mayo el ciclo de seminarios “Estrategias de descarbonización y eficiencia energética en el sector del acero y del aluminio” dirigidos a trabajadores del sector del acero y el aluminio y a delegados de CCOO de Industria en sus empresas. Durante los seminarios se abordaron asuntos clave en la transición, como los principales aspectos técnicos para la reducción de la huella de carbono en estos sectores y las nuevas tecnologías en desarrollo, así como el marco político y legal actual que condiciona la implementación de los planes de descarbonización de la industria.
Y, por supuesto, se abordó el impacto que esta descarbonización tendrá sobre el empleo.“Va a haber un impacto a corto y medio plazo, que va a ser cuantitativo pero también cualitiativo, es decir, va a haber una transformación de las competencias demandadas y de la ocupación profesional”, asegura Ana Isabel Martínez García de Syndex. Para la consultora, sería fundamental realizar una cartografía de los puestos de trabajo existentes a día de hoy y sus competencias, así como de los puestos y las competencias que serán necesarias en el futuro, con el objetigo de diseñar los mecanismos de adaptación en cuanto a competencias y formación profesional. “Sólo si se hace este trabajo de cartografía, vamos a poder hablar de transición justa”, concluye Martínez García.