Contamos la participación de CCOO en la búsqueda de alternativas a la central térmica de Meirama. Un proceso que muestra las importantes capacidades de CCOO como organización para intervenir en el desarrollo de proyectos industriales de futuro.
En 2020 han sucedido varias cosas que serían merecedoras de pasar a la historia, pero curiosamente, no parece que vayan a ser las más llamativas, las más impactantes y mediáticas las que tendrán un impacto más relevante para el futuro, para la calidad de vida de nuestros hijos e hijas, para la construcción de un sistema productivo más respetuoso con el planeta que nos acoge y al que habitualmente no tratamos bien. Me estoy refiriendo a un hecho concreto: este año España ha iniciado el cierre definitivo de casi todas las centrales de generación eléctrica con carbón que tenía operativas, a falta de otras dos, que ya tienen el proceso de cierre en marcha y que, de facto, no están produciendo, ni generando contaminación por óxido de azufre, óxido nitroso y dióxido de carbono, ni generando enfermedades pulmonares ni muertes prematuras, ni poniendo en entredicho el futuro de nuestros descendientes.
En este contexto de proceso de cierre de parte de las centrales térmicas de carbón del país, me encontraba en un miércoles de abril del año 2019 reunido con la sección sindical de CCOO en General Electric, mejorando la estrategia de comunicación y planificando la acción sindical, en los locales de Vía Laietana en Barcelona; Una compañera se acercó a mí para saludarme y preguntarme si tenía conocimientos sobre aprovechamiento energético de biomasa o podía contactar con quien tuviese, para ayudar al secretario confederal de Galicia que estaba inmerso en negociaciones con la empresa dueña de la térmica de Meirama y con la Xunta para tratar de mitigar los impactos sociales del cierre en la comarca.
De esta conversación, pude extraer una primera enseñanza, la constatación de que es posible tener muy cerca a alguien que te pueda ayudar o bien a alguien que pueda necesitar tu ayuda y no percatarte de ello y que, por tanto, hay que estar muy atento al entorno y a la mejora de las líneas de comunicación de la organización. Por supuesto, me puse en contacto con CCOO de Galicia para ofrecerme a colaborar en lo que necesitase.
Sus responsables me adelantaron que el meollo de la cuestión en aquel momento -principio de 2019- era que el cierre de la térmica de Meirama era inminente, que necesitábamos trabajar una alternativa, que Naturgy pretendía “salir del paso” convirtiendo la térmica a la generación con biomasa forestal y cerrar el tema y que esa alternativa para CCOO era totalmente insuficiente porque suponía pérdida de empleo en la térmica, en las contratas y en la comarca. Mi opinión coincidió totalmente, insuficiencia e incluso inviabilidad de los recursos forestales del territorio para sostener una instalación alimentada con biomasa de semejante tamaño. Contactamos con varias personas, expertas en temas de energía con las que había tenido contacto en mi vida académica y profesional.
Entramos en contacto con el director del Máster en Energías Renovables, Cambio Climático y Desarrollo Sostenible de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y con el director de la sección de energía del Instituto Tecnológico de Galicia, vinculado también a la Universidad de Coruña (UDC). El primero es además secretario de la sección sindical de CCOO en la USC, el segundo, un apoyo habitual en diversas propuestas industriales que nuestra organización ha realizado en la comarca de Ferrolterra.
Abrimos un debate individual con ellos, después lo tuvimos en grupo y para finalizar, lo ampliamos a más colaboradores, del entorno económico, vinculados también a la Universidad de Vigo, a antiguos miembros de gobiernos autonómicos… En definitiva, todo un elenco de personas vinculadas a diferentes organizaciones sociales para pedir opiniones, ideas y soluciones.
De aquí, extraje una segunda enseñanza: la clase trabajadora no puede permitir que las decisiones industriales queden en manos de las empresas, y menos cuando son multinacionales. Tampoco debemos dejarlas en manos de la clase política, que está ocupada muchas veces en sondeos y opiniones cortoplacistas de una población manipulable. Es nuestra obligación armarnos intelectualmente y en el terreno técnico para poner sobre la mesa opciones de reconversión, de desarrollo y ser capaces de rechazar opciones que puedan ser lesivas para la clase trabajadora.
De todo el proceso, planteamos los siguientes objetivos iniciales:
El punto de partida con en el nos enfrentábamos podía resumirse en:
Las conclusiones a las que se llegan son las siguientes:
De todo esto extrajimos una tercera enseñanza: somos la organización social con más miembros del país, tenemos entre nosotros perfiles múltiples, personas con conocimientos avanzados en múltiples materias, implicadas en todos los sectores y con capacidad para imaginar un futuro mejor, personas de muy diversas procedencias, intereses y formaciones y, finalmente, compartimos entre todos algo en común, un compromiso con la mejora de las condiciones de vida de la clase trabajadora. CCOO debe responsabilizarse de estos recursos que tiene a su alcance, identificarlos y coordinarlos adecuadamente para que presten un servicio en la mejora social, y aprovecharlos para crecer como organización y así poder vertebrar ese “poder” que detenta, el poder de la diversidad y el conocimiento.
Tras conseguir fijar objetivos y vías para conseguirlos, se comenzó a contactar con diferentes instituciones para intentar desarrollarlos. En las negociaciones de los acuerdos de diálogo social con la Xunta de Galicia se puso como prioritario para conseguir nuestra firma, un compromiso al menos inicial, con dotación presupuestaria para comenzar el desarrollo del proyecto. Se contactó con el Ministerio de Transición Ecológica para detallar nuestra propuesta, que fue vista con buenos ojos y se nos invitó a plantearla en el marco de los convenios de Transición Justa.
En estos momentos hay en proceso de desarrollo un estudio con las metodologías Clews para el conjunto de Galicia y más en concreto, para la comarca de Cerceda.
El Instituto para la Transición Justa ha lanzado el convenio para la térmica de Meirama, pero la Xunta de Galicia se niega a colaborar y a firmar el protocolo de colaboración. Se ha procedido a recoger proyectos entre los cuales se ha enviado la propuesta de CCOO -no con ánimo de desarrollarlo por nuestra cuenta, pero sí de servir de guía para empresas o administraciones interesadas- y se ha presentado algún proyecto que podría formar parte.
En el Convenio de Transición Justa de Meirama, se ha presentado, finalmente, una cantidad de proyectos bastante inferior al de todos los demás convenios en marcha en el Estado; esto es fácilmente explicable por la falta de participación de la administración autonómica, que por lo que parece, prima su interés en erosionar al gobierno central sobre la posibilidad de conseguir fondos europeos para desarrollar una comarca de Galicia que va a quedar bastante dañada socialmente. Por otro lado, esto no deja de ser síntoma de una realidad, la falsedad de que el sector empresarial privado sea un dinamizador económico, es más, en alguna ocasión es un fosilizador tecnológico que bloquea el desarrollo. Es absolutamente necesaria la intervención pública para que se desarrollen proyectos de futuro con entidad, visión estratégica y capacidad para generar mejora social. Como organización deberíamos luchar para que se incremente la participación pública en sectores económicos estratégicos para el desarrollo del país.
Como corolario de todo lo aprendido, deberíamos de mejorar la comunicación interna y el conocimiento y reconocimiento de las capacidades ocultas que efectivamente poseemos. Somos una organización grande, con recursos no aprovechados, con prestigio y con conocimiento atesorado en sus miembros. Debería coordinarse ese conocimiento y utilizarlo para desarrollar proyectos industriales de futuro, donde también haya participación pública y que favorezcan un desarrollo económico sostenible y socialmente equitativo. CCOO tiene mucho más poder real del que utiliza, y la mejora de la gestión de ese poder, redundaría, y mucho, en el incremento del poder real de la clase trabajadora en su conjunto.