Los trabajadores y trabajadoras de las zonas más afectadas por el monocultivo turístico necesitan medidas específicas de transición justa. La Estrategia de Transición Justa aprobada por el Gobierno establece un importante instrumento para la transición ecológica y energética: los Convenios de Transición Justa, pero este mecanismo está más pensado para el cierre de instalaciones mineras, centrales térmicas o nucleares que para abordar cambios más estructurales en amplias zonas del territorio.
La actual crisis sanitaria ha puesto en evidencia la vulnerabilidad del turismo. Un sector que en España genera mucho empleo, con altas tasas de temporalidad y precariedad, pero que es el soporte económico de muchas zonas que viven de este monocultivo. La otra cara de la moneda es que en muchas ocasiones altera las condiciones de vida de la población local, ya sea en centros urbanos o en áreas rurales.
También es cada vez más obvio el impacto del turismo sobre el medio ambiente por la afección a los espacios naturales, por las emisiones del transporte, por la generación de residuos que muchos de ellos acaban en el mar o por el consumo de energía. No puede ser sostenible un sector que depende tanto de la aviación - un 82% de los turistas llega en avión- cuando no hay una alternativa tecnológica que reduzca sustancialmente sus emisiones.
Esta problemática es conocida y valorada desde hace más de una década por el sindicato, por ejemplo en Canarias y Baleares, posicionándose contra esta sobresaturación turística y planteando la reconversión del modelo, moratorias turísticas y ecotasas. En 2007 ISTAS y CCOO organizamos un curso con la Universidad Complutense de Madrid sobre “ordenación del territorio y sectores económicos: urbanismo, vivienda y turismo”, con la participación de responsables sindicales donde, además de advertir sobre el posible pinchazo de una burbuja inmobiliaria, también se apuntaba la necesidad de reconvertir el sector turístico en la misma dirección que planteamos ahora.
Pero cuando el sector crecía por la disminución del precio de los viajes en avión (entre otras razones por las fuertes subvenciones públicas) y porque nos beneficiaron ciertas crisis geopolíticas en países competidores, ninguna administración pública hizo nada por reorientar el modelo. Mientras tanto el sector ha seguido avanzando en su dinámica globalizadora y de concentración empresarial, al mismo tiempo que aumentaba la precariedad de los trabajadores y la dependencia de este monocultivo de los territorios en los que está asentado el turismo de sol y playa.
Por otra parte, ya no se pueden ocultar los riesgos que el cambio climático puede suponer para el turismo, fundamentalmente por la incidencia de los fenómenos meteorológicos extremos en la costa, por la subida del nivel del mar y por la menor innivación.
Reorientar el turismo
En CCOO hemos alcanzado un consenso con la federación sectorial y las organizaciones territoriales más concernidas para la reorientación del turismo que se basa en, además de introducir elementos de sostenibilidad medioambiental y social en los destinos y en las instalaciones, limitar el desarrollo del turismo en las zonas más saturadas y problemáticas e impulsar en ellas otras actividades económicas alternativas con medidas de transición justa.
En primer lugar, no caben nuevas infraestructuras financiadas con dinero público que prolonguen el modelo turístico en zonas saturadas. Estamos hablando, por ejemplo, de más puertos deportivos, campos de golf, ampliación de aeropuertos, autovías o puertos para albergar cruceros, o de estaciones de esquí.
En segundo lugar es preciso establecer limitaciones urbanísticas sobre todo para segundas residencias en zonas de costa, donde ya está urbanizado el 40% de la misma, o en zonas de montaña de alto valor natural. En los centros urbanos excesivamente turistizados, donde los intereses empresariales chocan con la necesidad de que los vecinos y vecinas tengan barrios habitables y no sean desplazados de ellos por el aumento de precios de la vivienda. Son necesarias tasas turísticas y limitación de licencias de nuevas instalaciones hoteleras o de restauración y de los pisos turísticos.
En las zonas saturadas se deben plantear topes a la oferta turística, en cuanto al número de camas, redimensionando a la baja dicha oferta y reconvirtiendo instalaciones hoteleras, evitando la especulación sobre ellas y consensuando las medidas con los trabajadores.
En cualquier caso las distintas administraciones y las empresas responsables del sector deberían planificar medidas para hacer más sostenibles los destinos turísticos y las instalaciones hoteleras y de restauración. Hay muchos campos en los que actuar: la reducción de la demanda energética y la incorporación de renovables para autoconsumo, la rehabilitación energética de edificios o instalaciones, la disminución del consumo de agua y su mejor gestión, la evitación de residuos, la preservación de ciertos espacios naturales de la excesiva presión de visitantes, particularmente de los parques nacionales, el impulso de otra movilidad más sostenible en la zonas turísticas basadas en el transporte público y colectivo.
Si creemos que cabe apostar por un turismo diversificado más de interior y de proximidad y menos dependiente de la aviación. Que puede estar basado en el patrimonio artístico y cultural, o en el disfrute del deporte o de la naturaleza, siempre que se limiten sus afecciones sobre la misma. Las zonas rurales de la España vaciada o las zonas en transición tienen una oportunidad de reactivación económica y de creación de empleo, siempre que se complemente con otros sectores como el primario que deberían ser el sustento productivo fundamental de las mismas.
Medidas para una transición justa
Los trabajadores y trabajadoras de las zonas más afectadas por el monocultivo turístico necesitan medidas específicas de transición justa. La Estrategia de Transición Justa aprobada por el Gobierno establece un importante instrumento para la transición ecológica y energética: los Convenios de Transición Justa, pero este mecanismo está más pensado para el cierre de instalaciones (minería o centrales térmicas o nucleares) que para abordar cambios más estructurales en amplias zonas del territorio. Hace falta desarrollar otros instrumentos más amplios que acometan la reconversión sectorial. La propia Estrategia de Transición Justa señala al turismo como un sector muy vulnerable a los cambios y enuncia planes de transformación sectorial, políticas activas de empleo verde, protección social y formación profesional. Pero a esta música hay que ponerle letra y en ello el sindicato tienen mucho que decir.
En cualquier caso, lo que está claro es que el sector turístico ha estado hasta ahora financiado de múltiples maneras por las distintas administraciones, pero en el actual contexto lo que toca es destinar los fondos públicos a otras actividades que generen un empleo de más calidad y más estable en aquellas zonas que viven del turismo.