¿Puede haber transición energética sin grandes instalaciones renovables?

Cristina Rois. Plataforma por un Nuevo Modelo Energético

Las energías renovables están comenzando a perder su imagen amable ante la opinión pública a causa, sobre todo, de los cambios en el paisaje que producen sus instalaciones. Un impacto visual que puede llegar a considerarse intolerable. Sin embargo la ocupación de espacio con infraestructuras de bajo impacto ambiental, como aerogeneradores o paneles fotovoltaicos, es un problema mucho menor que el cambio climático o los residuos radiactivos debidos a las centrales convencionales. Pero aun así, se puede y se debe reducir su impacto. La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético ofrece algunas propuestas

Las energías renovables están comenzando a perder su imagen amable ante la opinión pública a causa, sobre todo, de los cambios en el paisaje que producen sus instalaciones. Un impacto visual que puede llegar a considerarse intolerable. Sin embargo la ocupación de espacio con infraestructuras de bajo impacto ambiental, como aerogeneradores o paneles fotovoltaicos, es un problema mucho menor que el cambio climático o los residuos radiactivos debidos a las centrales convencionales. Pero aun así, se puede y se debe reducir su impacto. La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético ofrece algunas propuestas. 

A principios de este siglo, la generación eléctrica renovable no superaba el 25%, y esto en los años lluviosos, porque la mayor parte era hidráulica. La contribución eólica era del 5%, y la solar inferior al 1%.  En una economía liberalizada estas energías no tenían sitio por caras. Las renovables, como herramienta para reducir emisiones de CO2 y también reducir los cuantiosos pagos por importación de carbón y gas, tendrían su sitio en algún futuro más bien lejano. 

Pero en un par de décadas la situación ha cambiado. Las mejoras tecnológicas y la apuesta decidida de algunos países por el despliegue renovables condujeron a un descenso de precios  espectacular. Desde 2010, para la energía solar fotovoltaica (FV) una reducción del 82% y para la eólica terrestre un 39%. Se ha llegado a un momento en que, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), más de la mitad de la capacidad de generación renovable puesta en marcha en todo el mundo en 2019 se realizó a coste inferior a la más barata de las opciones con combustibles fósiles. Por fin ha llegado el momento tan esperado: una solución a la generación de electricidad con bajos impactos y al alcance de economías ajustadas.  

La sociedad y la economía españolas tiene problemas agobiantes como son la dependencia del exterior, tanto en importación de energía como en empleo e ingresos -véase el turismo que es casi el 12 % del PIB- o como los impactos del cambio climático, que ya sentimos en la disponibilidad de agua para agricultura o en las infraestructuras costeras, por poner dos ejemplos  Unas condiciones que nos hacen vulnerables y hacen mucho más difícil la recuperación de circunstancias desastrosas como la pandemia vírica. Para abordar estos problemas disponemos de dos herramientas fundamentales: 

  • Aumentar la eficiencia energética de todos los sectores (en especial de las edificaciones, tanto del residencial como de escuelas, oficinas, etc), lo que va a permitirnos utilizar menos energía para obtener los mismos servicios (disminución de costes y de emisiones). Aunque el resultado es rentable, es difícil que despegue sin una decidida intervención de financiación estatal. Algo que no está ocurriendo.

  • Aumentar el uso de fuentes de energía de bajo impacto en emisiones y residuos, que sean renovables (ahorro de importaciones y recursos).  Este proceso ya está en marcha para la generación de electricidad, y por el descenso de costes mencionado anteriormente, resulta atractivo a la inversión privada. Incluida a la del oligopolio eléctrico.

El tipo de fuentes limpias que se están desplegando no resuelven todas las necesidades energéticas. Por ejemplo es cuestionable su papel en el transporte: La electrificación del transporte público es necesaria, pero su generalización al automóvil privado requerirá fuertes inversiones así que su penetración será lenta. Y el protagonismo del coche  (80% del transporte por carretera) no es compatible con una sociedad más ecológica.  Pero en España, como en países de nuestro entorno, el uso de electricidad viene siendo ya la cuarta parte del consumo energético final, y su uso puede ampliarse a muchas más actividades industriales y de servicios que hoy dependen de los combustibles fósiles. Así que los beneficios ambientales y económicos de disponer de una electricidad lo más renovable posible pueden extenderse al conjunto de la economía y de la sociedad, por ejemplo, en la mejora de la calidad del aire. 

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Las instalaciones renovables en operación hoy no son suficientes para las reducciones de emisiones necesarias para frenar el cambio climático.  Aun reconociendo el gran avance de la contribución eólica, sólo el 37% de la electricidad de 2019 fue renovable.  La de origen nuclear, por cierto, es también emisora de gases de efecto invernadero. Cada recarga de un reactor supone unas 1.800 t de CO2e.  (Ver Tabla 1). 

El gobierno se ha comprometido con la Unión Europea a conseguir en 2030 una reducción del 23% en las emisiones de gases de efecto invernadero respecto a las de 1990. Y las organizaciones ecologistas, con razón, lo califican de insuficiente. Una de las medidas decididas para conseguirlo es elevar al 74% la participación de las renovables en la generación eléctrica. La propuesta, indicativa, del correspondiente Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) es, entre otras, que se duplique la eólica instalada hasta llegar a 50 GW y se multiplique por cuatro la solar fotovoltaica actual hasta alcanzar los 39 GW.  Para que nos hagamos una idea, 1 GW es 1 millón de KW; 1GWh es 1 millón de KWh; una central térmica de gas o nuclear tiene normalmente una potencia algo superior a 1GW y los GWh que produzcan depende de cuánto tiempo estén funcionando.

A finales de Septiembre de 2020, Red Eléctrica ha contabilizado autorizaciones de acceso y de conexión de nueva potencia para 15,2 GW eólicos y 52,8 GW fotovoltaicos. Con esas autorizaciones aún se tiene que desarrollar el proyecto de la instalación y obtener el permiso de puesta en servicio, que se obtiene una vez se hayan realizado las pruebas técnicas correspondientes.  Es decir, no se puede conocer todavía cuánta potencia se instalará finalmente pero probablemente será importante e implicará una ocupación del territorio notable. Sobre todo en el caso de la solar fotovoltaica.

Sin embargo, la fotovoltaica tiene la gran ventaja de la modularidad. Puesto que las instalaciones son una suma de paneles conectados, pueden construirse al tamaño que requiera el usuario, no tienen que ser grandes. Ni tampoco ocupar necesariamente suelo, basta el tejado de una edificación para colocarlas. Esto abre, por primera vez, la producción de electricidad a la ciudadanía en sus propios pueblos y ciudades; a las empresas pequeñas y medianas de la industria, los servicios o la agricultura; y a la administración pública en sus numerosos edificios. Es el denominado autoconsumo. Un gran avance hacia la generación distribuida de energía, las comunidades energéticas, y el empoderamiento ciudadano así como una verdadera competencia con el oligopolio eléctrico. Para la Plataforma por un Nuevo Modelo Energético el motor de la transición energética sin duda ha de ser el autoconsumo. Un modelo de generación con menor impacto sobre el territorio y más democrático que el modelo centralizado basado en grandes instalaciones.

La cuantía del autoconsumo fotovoltaico instalado hasta 2019 ha sido estimada por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) en 0,94 GW.  Somos conscientes de que la situación de emergencia climática no permite esperar al pleno desarrollo del autoconsumo. Será imposible llegar a la neutralidad climática a mediados de siglo si no se ha conseguido reducir las emisiones suficientemente en la próxima década. Así que cuando se consideren los impactos de parques fotovoltaicos sobre suelo habrá que tener en cuenta de qué otro modo menos perjudicial puede obtenerse esa producción energética. Y la respuesta no puede ser simplemente acudir al autoconsumo, porque los datos disponibles no apuntan a ello. A falta de estimaciones del potencial de la fotovoltaica en tejado por parte de organismos de la administración, y de que se señalen objetivos de instalación en la  Estrategia Nacional de Autoconsumo que se está elaborando,  varias organizaciones han presentado estimaciones o propuestas. Se mencionan las que se refieren a esta próxima década:

  • El Observatorio de la Sostenibilidad:  26 GW de  potencia instalable en autoconsumo para 2030, con una energía producible de 39 TWh. Lo que supone un 55% del objetivo del PNIEC con fotovoltaica y una inversión de 32.617 millones €. 
  • La Fundación Renovables propone una cobertura de la demanda de energía final del país del 10% en 2030. Interpretando que sea un porcentaje sobre el consumo de energía final que figura en el PNIEC para ese año, se trataría de 7,6 millones de tep, que equivalen a 45 Twh (un 64% del objetivo del PNIEC con fotovoltaica).
  • El Observatorio Crítico de la Energía plantea que el autoconsumo en los edificios de viviendas del país puede proporcionar una cobertura de alrededor del 30% del consumo eléctrico de los hogares. Interpretándolo con datos de consumo eléctrico residencial en 2018, del IDAE, se trataría de 1.953 Ktep, equivalentes a 11,4 Twh (un 16% del objetivo del PNIEC con fotovoltaica).
  • La Unión Española Fotovoltaica (UNEF) hizo una estimación inicial de instalación (antes del COVID- 19) del orden de  0,6 GW al año. De lo que puede deducirse que en 2030 la potencia fotovoltaica acumulada sobre tejado podría llegar a casi 7 GW.  Muy lejos de los 39 GW que propone el insuficiente plan del gobierno para frenar el cambio climático.

Estos trabajos aportan cifras bastante diferentes y el único informe que entra en la cuestión de inversiones estima una cuantía muy importante. Pero todas las estimaciones o propuestas están por debajo del nivel de instalación necesario para suministrar energía tanto a pequeños como a grandes consumidores, sean privados o de servicio público, como el alumbrado o el transporte ferroviario. Con la información disponible no se puede confiar en que el autoconsumo pueda sustituir las instalaciones fotovoltaicas sobre suelo.  

Por otra parte, el sistema eléctrico necesita instalaciones de generación de un tamaño suficiente para dar estabilidad tanto en potencia como en frecuencia de red. Lo que implica que no basta con disponer de muchas instalaciones pequeñas. Y si se quiere desplazar a las centrales de gas y a la nuclear en la generación de energía, hará falta una combinación planificada de tecnologías renovables como potencia de respaldo. En particular las que aporten capacidad de almacenamiento, como la hidráulica con bombeo, la solar termoeléctrica con almacenamiento en sales fundidas, la biomasa eléctrica adecuadamente dimensionada, biogás, ….). Una planificación que tenga en cuenta la protección territorial y de la biodiversidad, así como el desarrollo industrial autóctono y la generación de empleo local. 

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La emergencia climática impone que en esta década la energía eólica y la solar fotovoltaica tengan un papel principal en satisfacer una parte importante de la demanda eléctrica. La abundancia del recurso en España y  sus costes de generación, inferiores a los de otras tecnologías renovables, hacen que sean las que estén recibiendo las inversiones. Pero esto no puede significar que se extiendan sin una política exigente de reducción de impactos.  

Sobre el problema de la ocupación del territorio, es preciso dimensionar adecuadamente el tamaño, la ubicación y las características de las diferentes instalaciones. En el caso de grandes parques fotovoltaicos, que pueden ocupar varios cientos de hectáreas, el impacto paisajístico puede reducirse mediante la integración de zonas arbustivas y evitando terrenos cercanos a poblaciones y áreas recreativas o zonas de muy alto valor ecológico. 

Ante la preocupación por la ocupación de extensiones dedicadas a cultivos agrícolas, un estudio realizado por la Unión Española Fotovoltaica (UNEF) evalúa el impacto y concluye que la instalación de toda la potencia solar prevista en el PNIEC solo afectaría a un 0,3% de los terrenos cultivados.  En general, estas plantas suelen situarse en terrenos improductivos o de escaso valor agrícola por lo que apenas existe competencia con este sector. En todo caso se ha desarrollado una solución que puede aportar ventajas a los cultivos mediante la instalación de paneles solares como cubierta. Se denominan instalaciones “agrovoltaicas”, y son  una fórmula a explorar porque genera beneficios a los cultivos como sombra y, en consecuencia, menor estrés hídrico y consumo de agua.

En cualquier caso sería útil que en cada Comunidad Autónoma se estableciera una zonificación del territorio para determinar qué áreas deberían quedar excluidas para grandes instalaciones por su valor medioambiental, en cuáles se podrían construir con exigencias y precauciones y cuáles serían hábiles para estos grandes parques solares.

Sin duda cada proyecto ha de ser examinado y contestado en sus aspectos lesivos, pero oponerse con estrategias de retraso de las instalaciones mediante moratorias generalizadas o de exclusión a priori de las zonas rurales, como algunos colectivos están planteando, no parece aceptable. Es contradictorio pedir que se reduzcan las emisiones de CO2 para que no aumente la temperatura del planeta al tiempo que se obstaculizan las tecnologías energéticas menos emisoras. No puede olvidarse que la principal actividad causante del cambio climático es la obtención y el uso de energía. Todavía hoy el 80% de la energía que usa el mundo es fósil, en España es el 74%.  Cambiar esto en una década es difícil y complejo. Pero imprescindible.  

La Plataforma por un Nuevo Modelo Energético ha publicado un informe que establece criterios sobre cómo abordar la reducción de impactos en la dimensión, la ubicación y la gestión de instalaciones fotovoltaicas de gran tamaño: “Propuestas para un sistema energético descarbonizado y democratizado: reducir el impacto ambiental de las grandes instalaciones fotovoltaicas” 

 

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