Parece que la ciudadanía, de este planeta está despertando, que una parte de la humanidad se está dando cuenta de que permanecer de brazos cruzados ante los problemas representa un acto más de complicidad con aquellos que no quieren hacer nada o simplemente consideran que los cambios que se pueden avecinar van en contra de sus intereses económicos. Sin duda uno de los temas paradigmáticos de esta situación es el cambio climático, pero no es el único.
Necesitamos un gobierno que ponga la política económica y social en línea para la lucha contra el cambio climático y que haga posible una transición justa en el reto ineludible de la descarbonización de nuestro sistema productivo. Un gobierno firme en defender la justicia social y la sostenibilidad de los recursos naturales.Estas personas y grupos son la base de los movimientos negacionistas que han ido evolucionando en la medida que los informes científicos de la ONU han ido alertando de las graves consecuencias de no hacer nada. Estos grupos negacionistas siguen esgrimiendo sus argumentos a pesar de la poderosa tozudez de las consecuencias que se están mostrando irrefutables. Buen ejemplo de ello son los brutales huracanes que están afectando a muchos países, los incendios en Siberia, el ritmo del deshielo que está acabando con los glaciares o más cerca de nosotros las olas de calor o los fenómenos tormentosos DANA que se registran en España, cada vez con mayor frecuencia.
Uno de los orgullosos líderes de este movimiento negacionista es el presidente de los Estados Unidos que hace unos años afirmaba: “El concepto de calentamiento global fue creado por y para los chinos para hacer menos competitiva la economía de Estados Unidos”. En la actualidad, Trump y su gobierno están inmersos en una fuerte guerra comercial con China y entre los argumentos que expone no he encontrado alusiones al cambio climático. Estos poderosos grupos que vienen ninguneando su responsabilidad, ante esta situación han evolucionado: ya no niegan, lo que hacen es sostener que el Cambio Climático y sus consecuencias “son fenómenos que aparecen cíclicamente en el planeta y se corrigen por ellos mismos” o sea, no hay por qué cambiar y todo debe seguir igual. Sin duda, de momento van ganando la batalla en la medida que el modelo de producción y consumo continua igual a pesar de que ya hace bastantes décadas que nos pusimos de acuerdo en el diagnostico y las soluciones para evitar el cambio climático. Poco o muy poco se ha avanzado para disminuir el impacto de la actividad económica en el clima. Hasta el Papa Francisco en uno de sus escritos sobre el cambio climático, manifestó: “El hombre es estúpido, la historia juzgara a los negadores del cambio climático”
La clase política mundial esta amordazada por sus propios intereses y contradicciones. Nos encontramos frente a un “comprometerse sin obligar“ que no nos está llevando a ninguna parte. En España lamentablemente podríamos incluir en este capítulo como ejemplo la declaración de Emergencia Climática que se aprobó en la última sesión de esta “fugaz” y “frustrante” legislatura. Una legislatura esperada con expectación e ilusión por muchos ciudadanos y ciudadanas, organizaciones ambientales, empresas que ven su futuro en la transición ecológica y sindicatos. Agentes sociales que creímos que se presentaba la oportunidad de dar un salto de atleta en la lucha contra el cambio climático y la transición ecológica. Que habría dialogo para compartir los análisis y las decisiones, que íbamos a poder planificar hacia donde queríamos ir. Creo que es justo reconocer el impulso que ha supuesto el Ministerio de Transición Ecológica encabezado por Teresa Ribera, bien es cierto que creemos que no habido dialogo social, que algunas manifestaciones no han sido muy oportunas y algunas cosas más. Pero, ha entendido y apostado por establecer una Estrategia de Transición Justa que, en los últimos días de la legislatura se estaba empezando a poner en marcha a partir de la firma los Convenios de Transición Justa, instrumento en el que profundizamos en este número del Daphia. Nuestro gozo en un pozo, volver a esperar y esperemos que no sea un volver a empezar.
¿Pero es posible seguir esperando respuestas ante el cambio climático? Una parte cada vez más numerosa de la ciudadanía del planeta creen que no, que hay que clamar que no se puede esperar. Que hay que decir basta con firmeza y responsabilidad. Primero como personas y también como organizaciones. Segundo con más personas y uniéndonos con otras organizaciones. Tercero influyendo en la transición en nuestro ámbito para lograr un cambio más integral, un desarrollo más sostenible para el conjunto de la humanidad. Por eso debemos unirnos porque, o luchamos y reivindicamos, o todo seguirá igual y acabaremos este siglo con un incremento de temperatura del planeta de cinco o más grados. Si no reaccionamos habremos sido deshonestos con nosotros mismos y con nuestros descendientes, les habremos usurpado una parte de su futuro condenándoles a otra forma de vivir por no haber luchado y cuidado este maravilloso planeta.
No solo por esto, por mucho más hay que movilizarse para que se tomen medidas urgentes ante el cambio climático así lo hemos entendido desde Comisiones Obreras y las organizaciones sindicales internacionales a las que pertenecemos. Antes del verano ya nos movilizamos implicándonos en el desarrollo de la convocatoria de la Confederación Sindical Internacional (CSI) cuando, el 26 de junio, convocó el Día Mundial de Acción Climática en los Centros de Trabajo con el objetivo de sensibilizar a las empresas y los trabajadores y las trabajadoras de la necesidad de adaptar los centros de trabajo a las consecuencias del cambio climático, de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, de evaluar la huella ecológica y los impactos de las empresas y las administraciones públicas en el medioambiente. Por ello reclamamos que en todas las empresas de nuestro país se elaboren planes de actuación medioambiental conjuntamente con los representantes de las y los trabajadores hayan sido elegidos y donde no haya representantes también porque todas se van a tener que adaptar, desde el comercio de “Todo a 100” a las empresas más sofisticadas. El segundo acto de esta campaña impulsada desde la CSI se desarrollo en la semana del 20 al 27 de septiembre en el marco de la Huelga Mundial por el Clima. Como ya explicamos hace meses a las organizaciones que estaban detrás de esta movilización, Comisiones Obreras consideró que no estábamos en condiciones de convocar tal medida de presión, cosa que también decidieron el resto de sindicatos de ámbito estatal. Supongo que “algunos” tendrían la esperanza de que algún sindicato estatal convocara una huelga general por el clima, es muy fácil disparar con pólvora ajena cuando no se tiene la responsabilidad. Las huelgas se hacen para ganarlas y, nos guste o no, todavía el grado de sensibilización del ámbito laboral ante este problema es insuficiente como para aventurarse a convocar una huelga general, sin que sea una fanfarronada.
Pero hemos estado implicados en la organización de numerosos actos y movilizaciones que se han desarrollado por todo el país, con las y los jóvenes que están despertando conciencias ante la sensación de que les están robando su futuro sin hacer nada, con el resto de organizaciones en las que estamos integrados en Alianza x el clima, con otros sindicatos, con aquellos que se han cansado de buenas palabras, que quieren hechos y están decididos a organizar actos de desobediencia pacifica como el corte del puente cercano a nuevos ministerios en Madrid o acamparse frente al MITECO.
Por supuesto, también hemos hecho actuaciones en nuestro ámbito, el laboral en empresas y administraciones públicas. La actuación medioambiental en las empresas va a tener cada vez más transcendencia constituyéndose en un instrumento de acción sindical directa, una responsabilidad con lo que representa el sindicalismo y con los trabajadores y las trabajadoras a quienes representamos. Pero también debemos constituirnos en el primer baluarte para que los paganos de esta transformación no sean los más débiles, no sea la clase trabajadora. Por eso en el marco de esta movilización global tuvimos la oportunidad de incorporar nuestra reivindicación como organización en defensa de los trabajadores y trabajadoras, para que la transición sea justa con las personas y los territorios afectados. El mismo día 27 de septiembre, antes de comenzar las decenas de manifestaciones que se celebraron en toda España varios centenares de sindicalistas nos concentramos ante el Ministerio de Transición Ecológica para hacerle llegar una carta a la ministra Teresa Rivera reclamando dialogo social y medidas de para una transición justa con compromisos y presupuestos. Significando nuestras reivindicaciones laborales dentro de la movilización global
Ahora que, desgraciadamente, las fuerzas negacionistas han avanzado en el parlamento español, una apuesta progresista es más importante que nunca. Necesitamos un gobierno que ponga la política economía y social en línea para la lucha contra el cambio climático y que haga posible una transición justa en el reto ineludible de la descarbonización de nuestro sistema productivo. Un gobierno firme en defender la justicia social y la sostenibilidad de los recursos naturales. Lo dicho “esto no ha hecho más que empezar”.