“El mundo es mundo, la tierra no es infinita y los recursos son limitados. Estamos navegando en un viaje donde parece que estamos empeñados en hacer del mundo una sartén para freírnos. Hace más de 30 años que sabemos lo que va pasar y hace más de 30 años los hombres de ciencia ya decían que había que hacer para evitarlo. Y por impotencia política mundial caminamos, por diversos caminos al desastre”. Este es un pequeño fragmento de la intervención que el expresidente de Uruguay, Pepe Mujica, realizó al serle entregado el Premio Abogados de Atocha de la Fundación Abogados de Atocha vinculada a la Unión Sindical de Madrid Región. La parte final de su discurso fue un alegato a favor de la lucha para defender el medio ambiente porque “el milagro es la vida y la vida es maravillosa” y “la civilización no es otra cosa que la solidaridad intergeneracional”.
El crecimiento basado en multiplicar la economía y el consumo nos está empujando a una situación, que en buena lógica nos aboca al desastre. Un camino donde el capitalismo ha aprovechado la ciencia para hacer negocios pero no escuchó a los otros hombres y mujeres de ciencia a los que se refería Pepe Mujica, quienes vaticinaron que los fenómenos extremos van a ser cada vez más intensos y frecuentes, que anunciaron el deshielo en la Antártida y , las consecuencias de las emisiones masivas de metano y CO2 a la atmosfera que agravan el efecto invernadero. Pero la pregunta es ¿realmente nos lo creemos?, ¿Está nuestra sociedad suficientemente concienciada de las consecuencias del deterioro medioambiental? ¿es consciente de la necesidad de actuar, de cambiar de modos de consumir, de producir, de vivir?
El hecho, como reseñaba Pepe Mujica, es que ya estamos advertidos y sabemos cuál es el final del túnel, pero sin embargo no somos capaces de ver esta situación como una oportunidad para situarnos en una sociedad diferente, más respetuosa y racional con nuestro entorno, más sostenible con las necesidades. Considero que esta labor es clave para entender porque es necesario dotarnos de unas políticas claras y precisas que encarrilen el proceso de transformación, de transición ecológica de nuestra economía y sociedad. Ahora todo parece estar centrado en la energía y es así porque, como hemos repetido muchas ocasiones, la energía representa la puerta del cambio que necesariamente va a tener que hacerse a otros sectores. Pero es necesario resituarnos para ésta y otras transformaciones, seguir trabajando desde las organizaciones de nuestra Confederación para que en Comisiones Obreras seamos protagonistas y agentes activos del cambio. Hemos de gestionar esos procesos porque la única manera de condicionarlos pasa por implicarse y, por supuesto no doblegarse: no vamos a aceptar que los trabajadores y trabajadoras paguen con su puesto de trabajo la bisoñez de gobiernos y empresas. Las dos cosas no son incompatibles son dos capítulos del mismo libro. Muchas actividades van a tener que cambiar, y hemos perdido unos años preciosos para poder avanzar en esa transformación, anticiparse en los sectores para evitar incertidumbre y conflictos. Planificando y no torpedeando al estilo del Ministro Nadal, que a veces era jaleado por sindicalistas, no de nuestro sindicato, en la puerta del ministerio para reforzar su posición en defensa de las centrales térmicas, de las centrales, que no del carbón, porque fue el Partido Popular quien solicitó el plan de cierre de las minas, y no cuadra en el sudoku. ¿O qué? Cojo el dinero y corro, solicito el plan de cierre para recibir fondos europeos y cuando tengo que tomar las medidas a las que me he comprometido lo rechazo, pero ¿en qué mundo cree el señor Nadal que se mueve? Por otra parte resulta llamativa la munición de calibre grueso que se ha estado lanzando contra la Ministra Ribera. A Ribera puede que se le haya notado falta de rodaje político, pero de ahí a decir que no sabe lo que hace o dice hay un gran trecho. El problema no se acaba en el carbón, mañana viene el diesel, y al siguiente tendremos otro problema es decir habrá más situaciones vinculadas a los requisitos medioambientales, en el transporte, en el turismo, en los residuos, en la construcción...etc. Temas que hay que abordar para buscar soluciones, no rechazarlos, ni enfrascarnos en un negacionismo corporativo que puede hacernos perder credibilidad y posibilidad de condicionar las transformaciones que haya que hacer. Hemos de gestionar una transición justa de verdad, alejada del “postureo” y centrada en los hechos. Sabemos que en ocasiones los que decimos esto en Comisiones Obreras nos exponemos a perder el “cariño” de los compañeros que están más directamente afectados por estas transformaciones pero nosotros también somos agentes activos en la defensa de sus puestos de trabajo, como podemos y en todos los sitios podemos, porque nosotros somos un sindicato, pero no cualquier sindicato,… somos el sindicato Comisiones Obreras. Un sindicato que no mira hacia otro lado porque si giras la cara, si te pones un antifaz, lo que es pan para hoy es hambre para mañana.
No todos los sindicatos tienen la misma actitud ante esta materia porque no todos los sindicatos tienen el pasado de Comisiones Obreras ni miran el futuro desde la perspectiva que da esta experiencia: en nuestra organización no hay debate sobre el proceso de descarbonización de la economía, sabemos que es un proceso positivo e irreversible, es una apuesta política, una decisión adoptada por nuestro sindicato a favor del mundo que queremos para nuestros hijos e hijas, para nuestos nietos y nietas Por ello debemos poner todo nuestro esfuerzo y talento para que sea justa económica, laboral y socialmente.