El cambio climático se ha convertido en el mayor reto global al que se enfrentará el ser humano en la época actual. Desde que la teoría del cambio climático antropogénico nació a mediados de los setenta del siglo pasado, se ha ido perfilando un problema de consecuencias globales que amenaza a los ecosistemas y a todo el sistema económico y social, pues debemos asumir que estamos sometidos a la naturaleza.
Hacia 1850 se inició un período caracterizado por un aumento de temperatura que hoy en día aún continúa. Igualmente, se constata un rápido aumento térmico sin precedentes, relacionado directamente con el aumento de los gases efecto invernadero (GEI). Esta tendencia creciente provoca que, en cada década estudiada, la temperatura media supere a la del año anterior. Por ejemplo, el año más cálido registrado en la Tierra ha sido 2014, seguido de 2010 y 2005. Actualmente se sabe que, a excepción del año 1998, los diez años más cálidos desde 1880 se han producido a partir del año 2000, lo que constituye una muestra más de un calentamiento global constatado, inequívoco y de evolución creciente.
España cuenta con una gran diversidad climática. Se encuentra en una zona de transición entre ambientes “cálidos y secos” y “fríos y húmedos”. Prácticamente toda la zona peninsular tiene un clima mediterráneo, más o menos continentalizado, dependiendo de lo lejos o cerca que estemos de la costa. En el extremo noroeste y en la fachada norte, el clima es más bien atlántico u oceánico; en cambio, las Islas Canarias cuentan con un clima subtropical de tipo macaronésico. Al sur limita con el propio ambiente anticiclónico sahariano, por lo que el clima de la península ibérica tiene grandes rasgos de subtropicalidad y sequedad. La zona norte ya limitaría con el clima húmedo oceánico, zona de paso de las borrascas atlánticas. En conjunto, España se encuentra en una zona de transición tal que en pocos lugares del mundo se repite. La localización geográfica de España es un elemento clave para entender los impactos del cambio climático. Cuando hablamos de un aumento de los episodios de calor extremo y de olas de calor, debemos entender la alta probabilidad de ocurrencia de este fenómeno, dada nuestra cercanía al Sahara, mientras que las lluvias torrenciales también pueden ser un fenómeno frecuente debido al caldeamiento de las aguas de nuestros mares. Tal y como comienzan a perfilar diversos estudios y escenarios de cambio climático, el clima actual de España podría evolucionar a otro de tipo subtropical, con una marcada estación seca y otra época de precipitaciones mucho más concentrada en el tiempo, lo que puede suponer un cambio climático muy drástico.
Durante el siglo XX se ha constatado un aumento de las temperaturas en España que ha sido especialmente rápido a partir de1973. Se calcula que la temperatura media española aumenta más de 0,05ºC cada década desde principios del siglo XX. Estudios realizados con datos de 1949 a 2005 han revelado una tendencia clara a la baja de las precipitaciones en buena parte del territorio español, en particular en el Cantábrico, con disminuciones de 4,8 mm/ año en Santander y 3,3 mm/año en Bilbao, y en el sureste peninsular.
Debido al aumento de las temperaturas y las olas de calor, se están dando más frecuentemente los índices de incendio forestal, a saber, temperatura de más de 30ºC, viento de más de 30km/h y humedad por debajo del 30%, un conjunto de variables conocidas como los tres 30.
En zonas del mar Mediterráneo la temperatura se ha elevado hasta 0,5ºC en las últimas décadas y en el Cantábrico hasta 0,35ºC. Las zonas marinas se enfrentan al aumento de la temperatura del agua y en consecuencia, a la acidificación. Y las zonas costeras emergidas, a sufrir inundaciones debido al aumento del nivel del mar. También se ha observado desde la segunda mitad del siglo XX un aumento importante en la altura de las olas en las fachadas cantábrica y gallega. Simultáneamente, se ha identificado la tendencia a una mayor duración de los temporales marítimos. Por otro lado, se han registrado cambios en la dirección del oleaje en los archipiélagos y de forma muy marcada en el norte de Cataluña, debido a un cambio en la componente de vientos.
En los medios terrestres también se están constatando importantes cambios. En las zonas de montaña, las especies vegetales adaptadas al frío se están reduciendo, al igual que muchas de las especies de vegetación nival, como consecuencia del aumento de temperaturas incluso en los meses de invierno. En la agricultura, los cultivos de vid están sufriendo importantes pérdidas. Los descontroles en la maduración de las uvas hacen que los aromas y taninos no se encuentren en ocasiones en sus proporciones adecuadas y éstos pierden una gran calidad. Las altas temperaturas están afectando directamente a este sector y aún lo hará más en el futuro.
La producción de crustáceos y la piscicultura también se ven afectadas. Un buen ejemplo lo representa el mejillón en Galicia (Mytilus galloprovincialis). Con el aumento de temperatura se está produciendo un mayor crecimiento de poblaciones de algas y bacterias tóxicas en las aguas
Por otro lado, debemos hablar de la salud. La primera enfermedad que ha sido relacionada con el cambio climático son las alergias. Se está produciendo un aumento de los casos de alergias que tienen que ver con el adelantamiento de la época de pólenes y la severidad de los mismos. Sin embargo, son sin lugar a dudas los episodios de calor extremo el impacto en la salud más grave del cambio climático hasta el momento en la península ibérica. Se estima que en el caso de la ola de calor de 2003, hubo cerca de 7.000 víctimas. Al mismo tiempo hay un aumento de las noches tropicales y gran parte de las ciudades españolas tienen el dudoso honor de contar con archipiélagos de calor. Además de los episodios extremos, calor, asfalto, cristal y viviendas mal aisladas suponen un duro cóctel para la salud en ciudades como Córdoba, Murcia Sevilla o Madrid, donde se ha hecho común superar los 30ºC durante gran parte del día.
En relación a la expansión del mosquito tigre (Aedes albopictus) y del mosquito de la fiebre amarilla (Aedes aegypti) que hasta ahora encontraban barreras climáticas para establecerse en España, se encuentran de forma más frecuente y eficaz, y sólo en la temporada 2013 se capturaron más de 10.000 mosquitos tigre en el Delta del Ebro.
De esta forma el cambio climático supone y supondrá un fuerte impacto en el medio ambiente de España, pero también en la salud y en la economía, pues será capaz de poner en tela de juicio nuestro actual sistema. No debemos tampoco olvidar, que los impactos serán aún peores cuanto mayor sea el número de emisiones GEI que sigamos vertiendo hoy a la atmósfera, por lo que se convierte en algo obligado reducir al máximo nuestras emisiones hoy.
Para contactar con el autor: Jonathan.cantero@geografos.org / @JG_Cantero
Para saber más:
Gómez Cantero, Jonathan (2015): El cambio climático en Europa: Percepción e impactos 1950-2050. ALE.
Leal García, D. y Gómez Cantero, J. (2015): Implicaciones del cambio climático en la transición hacia un modelo productivo de futuro. En Revista Panorama Social, “Educación, investigación e innovación, bases de un modelo productivo de futuro”; nº 21. Fundación de las Cajas de Ahorro. Madrid.