Albert Vilallonga y Pablo E. Frutos
Los datos son irrefutables: el transporte es uno de los principales responsables de las emisiones que contribuye al calentamiento global de la Tierra. Estas dos circunstancias son motivos más que suficientes para cambiar nuestro actual modelo de movilidad. La contribución de CCOO para frenar el cambio climático se basa en la divulgación, en forma de fichas, de una serie de estrategias y propuestas de movilidad sostenible que se están llevando a cabo, en diferentes lugares de Europa.
La elaboración de estas fichas se enmarca en dentro del proyecto movilidad sostenible y cambio climático que ha recibido el apoyo del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente a través de la Fundación Biodiversidad y la colaboración de la Oficina Española de Cambio Climático (OECC).
Las fichas las hemos agrupado en una Caja de herramientas dividida en seis categorías distintas que nos enseñan a las trabajadoras y trabajadores, a sus representantes legales, a las organizaciones empresariales y a las administraciones públicas como podemos alcanzar el objetivo de una movilidad sostenible reduciendo las emisiones de CO2 del sector del transporte beneficiando al conjunto de de las trabajadoras y trabajadores y ciudadanía en general
La primera categoría, la movilidad alternativa, presenta los diversos modos que deben imponerse y pasar a ser los protagonistas en la movilidad cotidiana. Se trata de cambiarla jerarquía que ha imperado hasta ahora, donde el coche ha gozado de los mayores privilegios y devolver el papel principal, primero a los peatones y a las bicicletas, como modos con cero emisiones, al transporte público colectivo, preferiblemente de tracción eléctrica de fuentes renovables y, en última instancia, el coche eléctrico como substituto del coche consumidor de derivados del petróleo. Se trata de seguir el ejemplo de algunas ciudades, con políticas activas y buenos resultados, como son los casos de Pontevedra, promoviendo los desplazamientos a pie; en Sevilla la bicicleta, en Zaragoza el tranvía y los autobuses en Vitoria-Gasteiz.
La segunda categoría aborda la movilidad colaborativa aquella que se define por gestionar de forma compartida los modos de movilidad, principalmente, para mejorar en su eficiencia, promover su uso en unos casos y racionalizarlo en otros.
En esta dirección incluimos una iniciativa en un complejo hospitalario para organizar grupos de personas que van juntas al trabajo y, así, aliviar la sensación de inseguridad que tenían lo peatones en algunos itinerarios y horarios.
Mencionamos el carsharing o flota compartida de vehículos, un sistema para tener acceso a coches u otros vehículos por un tiempo determinado, sin necesidad de poseerlos. También la promoción del coche compartido para estudiantes y trabajadores de la Universidad de Zaragoza con la implantación de un aplicativo para agrupar viajes y reservándoles las mejores plazas de estacionamiento en las facultades. Sin olvidarnos de los servicios públicos de préstamo de bicicletas, es decir, el transporte urbano basado en el uso compartido de la bicicleta, que se han ido implantando progresivamente, en el último decenio, en nuestras ciudades.
La tercera categoría hace referencia a la gestión de la demanda en movilidad a través de la oferta, para así, condicionar a las personas para que realicen una movilidad más sostenible en sus desplazamientos.
Una de las formulas que presentamos es ofrecer servicios eficaces de intermodalidad que multipliquen el potencial de la red integrada de transporte público. También se describe el caso de un centro comercial, donde paralelamente, se ha priorizado la accesibilidad en transporte público, a pie y en bicicleta con un aparcamiento escaso y de pago para limitar el acceso en coche. También, en el ámbito urbano de una ciudad como Tarragona, con el objetivo de fomentar una mayor presencia de los modos sostenibles se ha aplicado una regulación y tarificación del aparcamiento, en combinación con la mejora del transporte público urbano y las redes para peatones y ciclistas.
Una medida de gestión de la movilidad como el peaje urbano, tanto en Londres como en Estocolmo, ha dado como resultado una menor presencia del coche en los centros de las dos metrópolis, una mejora de la velocidad comercial del transporte público y la obtención de más recursos para financiarlo.
La fiscalidades otro recurso para condicionar la demanda de movilidad dirigiéndola hacía los modos más sostenibles. Bajo el principio de pagarlos costes externos, generalmente no asumidos por quien los genera como, por ejemplo, las emisiones de CO2.
La cuarta categoría hace hincapié en cómo se interrelacionan mutuamente la estructura urbana y el modelo de movilidad. Para ello, se saca a relucir la ciudad de Friburgo, en Alemania, donde el equilibrio y la coherencia entre ambos aspectos son un referente para la obtención de los resultados deseados.
En este mismo orden de cosas, se plantea la planificación de la movilidad como una herramienta necesaria para reconducir las pautas de movilidad de los ciudadanos. Los casos del Plan de director de movilidad de la región metropolitana de Barcelona y el plan de movilidad urbana de la ciudad de Rivas Vaciamadrid, son dos ejemplos de ello. También, se deben potenciar, mediante la planificación, nuevos servicios de transporte público de la movilidad cotidiana como las Cercanías ferroviarias de Palencia – Valladolid – Medina del Campo, propuesto por CCOO de Castilla y León.
En la quinta categoría se pretende modificar las pautas de comportamiento de la movilidad al trabajo, aquella en la que más se utiliza el coche para desplazarse.
La experiencia del hospital de las Nieves de Granada es un ejemplo de cómo promover entre los trabajadores la bicicleta para ir y volver al centro de trabajo a través de un plan de movilidad sostenible. Pero también, los planes inter-empresas, son de utilidad al agrupar varias empresas para resolver problemas comunes realizando actuaciones conjuntas.
Las medidas restrictivas al aparcamiento establecidas en el aeropuerto de Ginebra, cuando se tiene una oferta alternativa en movilidad sostenible adecuada a las necesidades laborales, se han mostrado muy eficaces para reducir el uso del coche.
Compartir los autobuses de empresa, como están haciendo 6 empresas del puerto de Amberes (Bélgica), tiene un efecto multiplicador en cuanto a la mejora del servicio y al número de usuarios.
La información y la divulgación como parte de la concienciación y sensibilización de los trabajadores deben formar parte de la estrategia para cambiar los hábitos de desplazamiento. Tal como se ha hecho en Zaragoza, por parte de CCOO. También, tenemos un ejemplo en Barcelona con la publicación de la guía de acceso sostenible a la Ciudad de la Justicia.
Dedicamos una ficha a la intervención sindical a favor del nuevo modelo de movilidad para mejorar las condiciones de trabajo, garantizando el acceso a los centros de trabajo en movilidad sostenible mediante la negociación colectiva
La sexta categoría, quiere destacar que apostar por un cambio de paradigma en la movilidad además de los efectos positivos en la lucha contra el cambio climático también genera ocupación en los sectores de actividad de la movilidad sostenible. Lo exponemos presentando estudios de empleo en el sector emergente de la bicicleta, incluyendo proyecciones a futuro, pero también, contamos el empleo de sectores maduros del transporte público como autobuses y metro o ganando presencia en la geografía española como el tranvía.
Para finalizar, la Caja de herramientas, ofrecemos una relación de normativas, planes y estrategias para impulsar la movilidad sostenible. Las acciones que en cada uno de los espacios que hemos definido fueron experiencias y que hoy con el impulso de la acción sindical y la participación de la ciudadanía son, ya, una realidad. Seguro que una lectura pausada de las acciones recogidas en la Caja de Herramientas y su posterior difusión servirá para esa necesaria pedagogía que todas y todos necesitamos ante los nuevos retos de lo que significa la movilidad sostenible.