Para avanzar en reciclaje, movilidad, gestión del agua y urbanismo en la crisis europea y los modelos de gestión energética en la UE hace falta revisar la Estrategia Europea 2020 a la luz de los graves ajustes de la política de austeridad obligada a los países del mediterráneo. Grecia, Italia y España están sufriendo una restricción del crecimiento, que ha puesto estas economías y las de sus ciudades en recesión.
Hasta 2010 se venían afirmando las directivas de sostenibilidad en una reorientación de modelos productivos hacia campos urbanos y de rehabilitación energética que, poco después, se mostraron imposibles de realizar en entornos de actividad cero o negativa. Ahora son IBM, Siemens, Endesa y otras corporaciones internacionales quienes ofrecen sostenibilidad en “soluciones urbanas” y nuevas tecnologías.
El Observatorio de la Electricidad de WWF alerta del importante aumento de la producción eléctrica con energía nuclear, con un 24,4% de la cobertura de demanda eléctrica, seguida de la producción con carbón (22,1%) y ciclos combinados de gas natural (15,3%). La hidráulica (5,8%) disminuye, aunque la energía eólica (13,4%) aumenta respecto al mismo mes del año pasado, y al mes pasado. Los datos de la energía de WWF son elocuentes El sistema eléctrico peninsular cerró agosto de 2012 con aumento de emisiones totales de CO2 (6.290.334 ton CO2), un 4,89% superior respecto a 2011 (5.982.318 ton CO2), y si comparamos estas emisiones con las julio 2012 han aumentado un 3,16% (6.091.221 ton CO2 en julio 2012). El resultado es un empeoramiento del indicador de calidad ambiental para las emisiones de CO2.
Nos encontramos ante la “paradoja energética” que implica que se produce “mayor consumo a pesar de más recesión”. En las ciudades, esto significa un gasto complementario en los momentos en que no hay inversión para hacer virtud de la necesidad del cambio energético que hasta ahora parecía inminente en Europa.
En año de sequía, con consecuencias ambientales graves, incendios, agua y contaminación se reparten parte de las facturas públicas. Ciudades como Málaga -que afrontan la Estrategia 2020, con programas como Smart City, Zem2ALL, ZeroCO2, Manzana Verde y participan en programas mediterráneos como CATMed, o ELIHMed, que cuentan con indicadores de sostenibilidad, o movilidades crecientemente sostenibles- promovieron el I Foro de Alcaldes Mediterráneos sobre Modelos Urbanos Sostenibles y Eficiencia Energética de Octubre de 2012, aportando experiencias innovadoras (microeólica, contadores inteligentes) o delimitados en sectores de ciudad o vivienda, en medio de la creciente des-inversión pública provocada por la crisis. El aumento de costos de energía eléctrica y combustibles fósiles para el transporte es muy difícil de paliar con pequeños experimentos sin cambiar el paradigma general, pues los programas de rehabilitación energética y ambiental o la reducción de consumos avanza poco y lentamente, si no hay crecimiento alguno.
Una ciudad eficiente cumpliría los requisitos señalados por los indicadores de sostenibilidad, los de ciudad compacta, estudiados a través de los programas europeos: ELIH-Med ( Eficiencia energética en viviendas de renta baja) EE (Eficiencia energética) LIH (Low Income Households), equivalentes a VPO en España. Fondos FEDER y SCF, de cohesión.
Estas son medidas y planes teóricamente vigentes, pero muy precarios en impacto. Las nuevas herramientas financieras todavía son raras. Contratación basada en rendimiento energético. Fondos rotatorios. Micro-generación. Inversiones basadas en activos. Microcrédito. Pago mientras se ahorre... Y faltan, además, programas de gobernanza multinivel a varias escalas, subvenciones públicas o préstamos de bajo interés, o con garantías, fondos estructurales, instituciones financieras internacionales comprometidas y programas financieros para la reducción de emisiones de CO2.
Aumentar la escala de las intervenciones a distritos más grandes de ciudad es otra garantía de éxito. Por ejemplo, la Universidad de Málaga ultima su Plan Estratégico para el Campus Sostenible 2013-2016. El ahorro energético en los centros universitarios y urbanos será una medida estructural de grandes proporciones para los tiempos de crisis energética y ambiental que atravesamos.
¿Qué ciudades lo hacen? Más de las que creemos. Cada una con sus paradigmas y tamaños, las ciudades sostenibles pujan por hacerse innovadoras, eficientes e inteligentes a la vez que reducen sus gastos energéticos en cuantías considerables. Según Siemens KMNG, Estudio ‘Smart Cities 2012’ (IDC), España cuenta con cinco ciudades inteligente: Barcelona, Santander, Madrid (la más “sostenible”, es la más contaminada” con Barcelona), Málaga y Bilbao lideran el rankingdespués de analizar 44 urbes con más de 150.000 habitantes. Las que destacan por sus “decisiones significativas” y “acciones concretas” hacia el modelo final suelen ser ciudades medias: Valladolid, Zaragoza, Vitoria-Gasteiz, Donostia-San Sebastián y Pamplona/Iruña.
Los resultados son discutibles. Casi siempre los informes europeos atribuyen mejores resultados a las capitales, desde Copenhague, a Viena o Vilnius. En capitales destacan indicadores básicos que muchas veces se contradicen con los ambientales de “huella ecológica” o “mochila ecológica” clásicos. Aparte de esos criterios, los esfuerzos energéticos no son globales sino experiencias muy locales e innovaciones puntuales. Estamos obligados a cambiar de modelo, pero eso es algo que pocas ciudades pueden hacer hoy si no es mediante redes mutuas de ahorro e inversiones conjuntas. Vitoria señala el camino, es nuestro mejor ejemplo europeo. Acciones múltiples y continuadas, calidad de vida, desempleo bajo y garantías básicas de renta. Y el umbral de tamaño sí importa.
Pero muchas ciudades pueden acometer ya cinco acciones inmediatas para cambiar la “paradoja energética”:
Bibliografía y Fuentes principales