Que las políticas de ajuste están hundiendo la actividad, destruyendo empleo y generando un círculo vicioso del que no se ve salida es un hecho. Que los recortes presupuestarios apenas compensan el incremento de los intereses de la deuda al precio de erosionar gravemente los derechos de ciudadanía, otro. Que todo ello se hace con injusticia social e incremento de las desigualdades –ayudas públicas a la banca y no a las familias desahuciadas, por ejemplo- es lo más sangrante de tanto despropósito.
Cuando expertos, analistas e investigadores comenzaron a popularizar el concepto de ciudad inteligente (smart city) nació un debate soterrado entre los que se convirtieron en abanderados de la nueva causa y quienes miraban con recelo el nacimiento de una nueva etiqueta para definir el rumbo de las ciudades. Una etiqueta más que, por cierto, venía a engrosar la ya de por sí larga lista de adjetivos que se colocan tras la palabra ciudad en los últimos tiempos: sostenible, en transición, habitable, innovadora, verde, saludable, educadora, tolerante… No obstante, y si hubiera que elegir, parece que la idea de ciudad sostenible es la más abarcadora, la que más matices recoge, la más global.
Lo que más sorprende cuando uno visita Friburgo por primera vez es la facilidad para acceder a pie o en bicicleta a todos los rincones de una ciudad de tipo medio, de unos 215.000 habitantes, cuyas principales actividades económicas son los servicios, el turismo, la universidad y la investigación. Los sectores relacionados con la tecnología y el medio ambiente ocupan a 10.000 personas, con más de 1.500 empresas y sólo el sector solar da empleo a 700 trabajadores. El termino municipal de Friburgo ocupa 15.300 hectáreas, de las que un 40% es bosque y un 50% áreas naturales protegidas.
Los datos estadísticos muestran de forma clara que la movilidad del conjunto de los ciudadanos -y de los trabajadores y trabajadoras, en particular- exige cada vez más tiempo, energía y esfuerzo, lo que repercute en su calidad de vida y en el balance económico colectivo.
El cambio climático no es una amenaza para el futuro. Es ya un problema presente que se está dejando sentir en múltiples ámbitos. Los fenómenos extremos como el huracán Sandy son algunos de ellos. Quizá, por su repercusión mediática, sean los que más llaman la atención, pero las consecuencias se dejan sentir en muchos sentidos. El agua no escapa a ella y cada vez se hace más necesario gestionar de manera más eficiente un recurso que cada día se torna más escaso.
¿El urbanismo responde a los retos actuales y a las disfunciones que están relacionadas con estos? Claramente, no. La energía, el agua, los flujos materiales, la explosión de la distribución urbana, el uso masivo del vehículo privado, las telecomunicaciones, son, entre otras, variables que atienden a los retos de la sociedad de hoy. El urbanismo actual, anclado en un urbanismo que bebe del funcionalismo, no es capaz de abordar las variables que, a distintas escalas, es urgente tener en cuenta.
Vitoria-Gasteiz es la European Green Capital. Motivo de orgullo para la ciudadanía de Gasteiz, ya que esta distinción ha sido lograda tras años de apuesta por la sostenibilidad económica, social y medioambiental. Esta importante designación supone un reconocimiento a lo que se había hecho hasta ese momento y debe servir para avanzar en aspectos pendientes que hay que afrontar para ser de verdad un ciudad verde por fuera y verde por dentro.
Vitoria-Gasteiz, Capital Verde Europea 2012, es una de las ciudades europeas más verdes en varios sentidos. Cuenta con más de diez millones de metros cuadrados de parques y espacios verdes, y su proyecto insignia, el Anillo Verde, goza de reconocimiento internacional. Sus credenciales ecológicas son todavía más meritorias, si tenemos en cuenta que se trata de una ciudad que ha experimentado un importante crecimiento de la población en las últimas décadas manteniendo una estructura urbana más o menos compacta.
La gestión de los residuos que se producen en el ámbito municipal aún es una importante fuente de impactos ambientales y de costes económicos. Aunque algunas localidades, pocas, caminan en la buena dirección.
Autores de referencia para la izquierda de hoy, tanto Riechmann como de Francisco abordan en dos libros de reciente publicación la construcción de una sociedad socialista. En "La mirada republicana" (Libros de la Catarata, 2012), de Francisco reivindica la libertad como una conquista de la izquierda y apela a las virtudes ciudadanas para fortalecer la democracia. En "El socialismo puede llegar sólo en bicicleta" (Libros de la Catarata, 2012), una conocida frase de un ministro de Allende, Riechmann aborda una alternativa al capitalismo desde la ecología y una economía desmercantilizada. Reproducimos un extracto de la conversación.
Vivimos en un país paradójico. Somos el Estado europeo con más hectáreas de bosque protegidas por el paraguas de la red Natura 2000. Sin embargo, miles de hectáreas de monte han ardido este año, con un coste irreparable en vidas humanas y en daños medioambiantales. Otro incendio, el del desempleo, recorre nuestra geografía. Millones de personas no encuentran trabajo y otras miles pueden perder sus empleos en los próximos meses gracias a la reforma laboral del Gobierno y su política de recortes. Pero desaprovechamos la riqueza que nos ofrecen nuestros montes.
La Federación Agroalimentaria de CCOO está desarrollando una experiencia de búsqueda de alternativas de autoempleo en zonas rurales. El método se centra en formación en agroecología y la captación de grupos de consumo en centros de trabajo que contratan cesta cerradas de hortalizas por periodos semestrales.
En el mes de julio se han celebrado las Mesas Sectoriales de Dialogo Social (cemento, vidrio, sector eléctrico, refino de petróleo, papel, siderurgia y cerámica, así como la de sectores difusos) sobre el Plan Nacional de Asignación (PNA) del Régimen de Comercio de Derechos de Emisión, en las que hemos participado representantes de CCOO junto a UGT y a las diferentes patronales y el Gobierno.
La apuesta por el ferrocarril en el transporte de mercancías podría generar más de 30.000 empleos (directos e indirectos) en el horizonte de 2020. El dato lo aporta el estudio La generación de empleo en el transporte terrestre sostenible de mercancías, elaborado por ISTAS-CCOO.
La aparición de material radiactivo en las chatarras metálicas en el tiempo - aunque de manera puntual debido al aumento de todos los procesos de recuperación, transporte y fundición- hace que los países industrializados pongan medios, unos más que otros, para tratar de identificar, controlar y aislar las fuentes radiactivas, antes de que entren en sus países o instalaciones. Se garantiza asó la ausencia de contaminación radiactiva en el producto y se mejora la su calidad desde el punto de vista radiológico.
Recientemente se ha aprobado la Directiva 2012/18/UE, relativa al control de los riesgos inherentes a los accidentes graves en los que intervengan sustancias peligrosas, más conocida como directiva Seveso. La nueva norma entrará en vigor a partir del 1 de junio de 2015 y modifica y ulteriormente deroga la directiva 96/82/CE.
La eliminación del uso de sustancias peligrosas de los puestos de trabajo es la mejor forma de evitar sus riesgos sobre la salud y el medio ambiente. Nos ahorramos además costosas y complicadas medidas de reducción de la exposición, de control de la contaminación, protección de trabajadores, gestión de residuos o depuración de vertidos.
Las ONG europeas Oficina Europea del Medio Ambiente (EEB) y ClientEarth, con la ayuda de ISTAS-CCOO, han publicado un análisis del papel desarrollado por la Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA) en la aplicación de la normativa europea de gestión y control de sustancias químicas, REACH1.