Desde 2011 el siempre encendido debate sobre el futuro mix energético en Europa tiene un nuevo punto caliente. Se trata de la aparición de una nueva técnica de extracción de gas natural no convencional, conocida como fractura hidráulica o fracking,. Una técnica que se utiliza en EEUU desde los años noventa, pero es ahora cuando empresas de este país están desembarcando en Europa para comenzar aquí su explotación comercial.
Las grandes empresas gasísticas, apoyadas por algunos gobiernos, presentan la extracción hidraúlica como la nueva panacea de la independencia energética , mientras que la sociedad civil, sobre todo en Europa aunque también en algunas zonas de EEUU, se movilizan contra su utilización advirtiendo de los peligros que conlleva para la salud humana y para el medio ambiente.
El gas natural no convencionales de difícil extracción. No se encuentra en grandes bolsas en el subsuelo como el gas convencional, sino que repartido en pequeñas burbujas en diferentes tipos de roca puede ser de pizarra, carbón, etc. Para su extracción es necesario romper las capas de roca para reunir el gas y que éste fluya hacia la superficie. Para ello se utilizan explosivos que provocan pequeñas fracturas y después se inyectan miles de toneladas de agua a muy alta presión, mezclados con arena y aditivos químicos.
Entre los aditivos químicos utilizados se encuentran benzenos, xilenos ó cianuros, hasta llegar a unas 600 sustancias químicas, muchas de ellas reconocidas como cancerígenas, mutagénas, disruptoras endocrinas y con otras propiedades altamente preocupantes. Además, el agua a presión arrastra sustancias como metales pesados (mercurio, plomo…), radón, radio o uranio y otros elementos radiactivos que se encuentran en las rocas del subsuelo.
Como vemos, el fracking tiene graves impactos ambientales. El más preocupante es la contaminación del agua subterránea y de superficie. En Estados Unidos se han producido varios casos de contaminación de acuíferos subterráneos, lo que ha motivado que esta técnica se prohíba en varios estados. Pero hay otros efectos no menos importantes, como las emisiones de gases de efecto invernadero (principalmente por los escapes de metano durante la extracción), el riesgo químico por los aditivos utilizados, el uso excesivo del agua, la aparición de pequeños terremotos asociados a la técnica, y otros más locales, como el tráfico, ruido, etc.
Peligros que han llevado a varios países a prohibir el fracking o, al menos, a instaurar una moratoria. Es el caso de Francia, Bulgaria, Sudáfrica y en algunos estados de EEUU (Nueva York, Nueva Jersey, Carolina del Norte y Vermont), así como en numerosas ciudades. Rumania y República Checa han aprobado recientemente una moratoria.
Mientras tanto en España se han concedido varios permisos de investigación (no de explotación) para la extracción de gas de pizarra mediante fractura hidráulica, en País Vasco, Cantabria, Navarra, Aragón y Castilla y León. Las promotoras son fundamentalmente compañías extranjeras como Schuepbach (de Tejas), Trofagas (filial de la californiana BNK) y Leni Oil and Gas (de Gran Bretaña).
Apelando al principio de precaución y, teniendo en cuenta la situación y experiencia en otros países, CCOO ha pedido públicamente la prohibición de la investigación y explotación del sistema de fracturación hidráulica para la extracción de gas no convencional en España.
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