En 2009 los países participantes en la Cumbre del Clima debían haber alcanzado en Copenhague un acuerdo internacional de reducción de emisiones que salvara al mundo de un cambio climático peligroso. No fue así Y el acuerdo, tan necesario, tampoco llegó en las dos conferencias posteriores. Estamos, pues, en un punto muerto.
En la Cumbre de Durban de 2011 sólo se consiguió establecer que el proceso de negociaciones adoptaría en 2015 un instrumento legal aplicable a todos los países y que entraría en vigor en 2020. Con este pacto, raquítico, se pierde un tiempo precioso y fundamental para invertir la tendencia de crecimiento de emisiones de gases de efecto invernadero y evitar que la temperatura media de la Tierra aumente más de 2ºC.
Se ahondó la enorme brecha entre lo que pide la comunidad científica para evitar efectos catastróficos durante este siglo y los compromisos de los gobiernos, tal y como reconoce el propio texto del acuerdo de la conferencia climática.
La presión ejercida por Estados Unidos, India y China consiguió introducir una cláusula que no deja cerrada la forma legal y vinculante del futuro tratado y retrasa su entrada en vigor hasta 2020. Se quiebra así la continuidad con el Protocolo de Kioto, que finaliza en 2012. (Informe de CCOO sobre los resultados de la Cumbre de Durban).
No es casualidad que estos tres países sean los mayores emisores del planeta y que junto a Europa representen los cuatro principales mercados de carbón a nivel internacional. En estos momentos es difícil saber qué factor desencadena al otro. ¿Es la utilización de combustibles fósiles lo que complica tomar decisiones sobre el clima? ¿O es el vacío de medidas climáticas lo que impide la transición energética? En este punto da igual qué sea antes, si el huevo o la gallina. Lo que es obvio es que el uso del carbón en el mundo y la ausencia, o la falta de aplicación, de políticas de reducción de emisiones van estrechamente de la mano.
Si EEUU hubiese ratificado Kioto, hubiese reducido sus emisiones como lo han hecho otras regiones y estaría en mejores condiciones para sumarse a un segundo protocolo internacional.
Si las perspectivas de crecimiento de China e India no se construyeran muy en parte a partir del carbón, es probable que se comprometieran con objetivos más ambiciosos.
Y por último, el fracaso de Copenhague va a tener una fuerte repercusión en la concentración de gases de efecto invernadero en la atmósfera, manteniendo al carbón como primera fuente de electricidad mundial.
El carbón, principal fuente de electricidad mundial
Si echamos un vistazo al mapa de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y a las regiones más emisoras del globo en la actualidad, veremos que tienen poco que ver con la situación de 1990, año base en las negociaciones climáticas.
En 2009 las emisiones habían aumentado un 7% en EEUU respecto a 1990 y un 200% en China. Y sin embargo habían disminuido un 17,4% en la Unión Europea, un 30% en Rusia y un 3% en Japón. Ese año, casi la mitad de las emisiones globales de CO2 fueron consecuencia del uso de carbón (43%) (Agencia Internacional de la Energía). El vínculo entre carbón y cambio climático es claro.
Hoy en día el carbón suministra el 27% de la demanda global de energía primaria y genera más del 40% de la electricidad en el mundo. País por país, este combustible produce el 45% de la electricidad en EEUU, el 80% en China, el 70% en India, el 76% de Australia y el 93% de Sudáfrica.
El carbón es además una fuente de energía fundamentalmente “doméstica”, que se consume donde se extrae, lo que es relevante para saber dónde se producen las emisiones. Su uso predominante es la generación de electricidad, aunque en países como en China la mitad del carbón se utiliza en la industria y en los hogares.
En la última década es cuando hemos vivido el mayor despertar social en la concienciación del cambio climático y la aplicación de las primeras medidas regionales y globales en la reducción de emisiones.
Sin embargo, se da la paradoja de que en los últimos diez años el aumento del uso del carbón ha sido tan espectacular que iguala el crecimiento de las demás fuentes de energía. Y parece que la tendencia de crecimiento se mantendrá hasta 2016, cuando el consumo alcanzará 600.000 toneladas al día, en gran parte debido a China e India. La demanda china representará la mitad de la mundial e India se convertirá en el principal importador de carbón del mundo. (Informe “Mercado del carbón a medio plazo”).
Evolución de la demanda global de energía (2000-2010)
Fuente: Agencia Internacional de la Energía
Esta primera mirada podría dejar en mejor situación a Estados Unidos y a Europa. Sin embargo, analizando la población de los países más emisores se aprecian las grandes diferencias. En 2009, Estados Unidos generaró el 18% de las emisiones globales con una población del 5% mundial y la UE- 27 concentraba el 12% de las emisiones contando con el 7% de la población mundial. Por el contrario, China era responsable del 24% de las emisiones con el 20% de la población mundial e India contribuía con apenas el 5% de las emisiones totales con el 17% de la población.
Así las cosas, una primera reflexión nos llevaría a defender el principio de responsabilidad compartida pero diferenciada de la Convención de Cambio Climático, que quedó aniquilado por omisión en los Acuerdos de Durban, y que habrá que recuperar en Qatar.
El efecto polaco en la política climática de Europa
A nivel europeo, Polonia es indudablemente el país con una mayor dependencia del carbón. Más del 90% de la electricidad y el 89% del calor se producen a partir de este combustible. Es el décimo consumidor mundial y el segundo europeo.
A la luz de estos datos es fácil deducir las razones que han llevado al gobierno polaco a bloquear hasta en dos ocasiones -en junio de 2011 y en marzo de 2012- la adopción de las conclusiones de la “Hoja de Ruta para una economía baja en carbono en 2050” por parte del Consejo Europeo de Medio Ambiente.
La propuesta, que parte de la Comisión Europea, recoge la necesidad de reducir las emisiones entre el 80-95% para 2050 y una ruta indicativa de metas intermedias para lograr estos objetivos de manera coste eficiente (un 25% en 2020, un 40% en 2030 y un 60% en 2040).
Además, la Hoja de Ruta propone retirar entre 500-800 millones de permisos de emisión antes de 2013 con el fin de arreglar el fiasco del comercio de derechos de emisión y restablecer el precio del carbono, hundido por el exceso de asignaciones a la industria y por la caída de la producción por efecto de la crisis. De este modo, existirían verdaderos incentivos para las inversiones en tecnologías limpias y eficientes. Por tanto, de puertas adentro, el bloqueo de Polonia frena la restauración de la política climática de la UE y la renovación del tejido industrial europeo.
De puertas afuera la postura del gobierno polaco afecta a las negociaciones internacionales del clima.
El veto en 2011 impidió que Europa mostrara unos objetivos más ambiciosos en la cumbre de Durban, y el segundo veto este año ha debilitado seriamente la posición europea para la próxima cita en Qatar, a pesar de haber contado con el respaldo de los otros 26 Estados miembro.
Polonia no es el único país “carbonero” con una substancial fuerza trabajadora empleada en las minas (130.000 mineros). Muchos países obtienen su electricidad a partir del carbón. Por ejemplo Alemania, en más de un 40% (78.400 mineros), República Checa en un 56% (23.947 mineros), similar al porcentaje de Grecia. (Eurocoal).
La media de los Estados miembro es aproximadamente del 29%, lo que explica que las emisiones derivadas de la generación de energía son las que tienen más peso en las emisiones totales (31,1%) en Europa, seguidas de cerca por las del transporte. (Perspectivas ante la Cumbre de Durban).
Emisiones de gases de efecto invernadero por Estado miembro (Mt CO2 equivalente)
Fuente: Agencia Europea de Medio Ambiente, 2010.
El carbón reaparece en el escenario energético y de emisiones español
En España el sector más emisor es el transporte, con la cuarta parte del total de las emisiones, seguido del sector energético, con una quinta parte del total. (Ministerio de Medio Ambiente, 2012).
El industrial y el energético, a los que les aplica el comercio de derechos de emisión, aumentaron sus emisiones un 9,2% en 2011 respecto al año anterior.Mientras que el consumo eléctrico cayó 1,2% (255.179 GWh), valor similar al alcanzado en el 2006, las emisiones de CO2 experimentaron un repunte del 25%. (REE, 2012).
En enero de 2012 se acusó una subida de las emisiones medias de 156 kg. de CO2 por MWh generado a 279 kg CO2/MWh (WWF, 2012).
Los motivos que están detrás de este aumento de las emisiones en el sector eléctrico son la caída de la aportación de la eólica, la hidráulica y la nuclear, pero sobre todo la subida del 88% de las emisiones del carbón.
Para entender de qué manera la evolución del uso del carbón ha experimentado un punto de inflexión, hay que remontarse a 2005, año en el que comienza a aplicarse en primer Plan Nacional de Asignación de permisos de emisión.
Como consecuencia de la entrada en vigor del comercio de emisiones en España y por efecto de las políticas de apoyo a las energías renovables, entre otros factores, el sector del carbón fue perdiendo paulatinamente peso en el conjunto del sector eléctrico entre 2005 y 2010. Por su parte, el empleo en la minería se mantuvo en unos 8.000 trabajadores.
En esos seis años de aplicación del Plan Nacional de Asignaciones las instalaciones afectadas por el comercio de emisiones consiguieron disminuir las emisiones totales en 68 millones de toneladas de CO2 equivalente (de 189,89 a 121,48 Mt CO2-eq), 51Mt de las cuales se redujeron en el sector de la energía.
La ratio de intensidad de emisión del sector eléctrico incluidas las renovables y excluyendo la cogeneración, disminuyó más de un 43% desde 2005 hasta 2010. Y sin embargo, esta tendencia cambia radicalmente en 2011 por efecto directo del Real Decreto 134/2010 del carbón, a pesar de que ni siquiera se alcanzaron los objetivos de quema de carbón nacional que el texto legal establece.
% Uso de carbón en España para la generación eléctrica nacional (2004-2011)
Elaboración a partir de REE, 2012.
En 2011 sólo se cumplió el 80% del objetivo de uso de carbón nacional contemplado en el Real Decreto y las estimaciones en marzo de 2012 apuntaban a un cumplimiento del 50% del objetivo establecido para el primer trimestre del año. (Nota de CCOO).
Mientras tanto el uso del carbón importando se mantiene en cifras elevadas y superiores al carbón español. En 2011, según los datos disponibles por la Federación de Industria de CCOO, la producción eléctrica con carbón nacional fue de 18.480,80 GWh, para lo cual fue necesario el consumo de 9.094.593,39 tn de carbón nacional.
La producción con carbón de importación fue de 24.971,89 GWh, empleando 10.174.402,72 toneladas de carbón importado. (Noticia de La Vanguardia).
Con este panorama, tanto nacional como internacional, cuesta admitir que estemos camino de la descarbonización de la economía de una forma real e irreversible y que este proceso se esté dando, o se vaya a producir, bajo un proceso de transición justa, esto es, de forma ordenada y atendiendo a las vulnerabilidades y responsabilidades diferenciadas. Y más concretamente, en el caso español con una reactivación económica e industrial alternativa a las comarcas mineras.