Fieles a nuestra cita tratamos de hacer un análisis sobre lo acontecido en 2011 en lo referente a los incendios forestales, la misma fidelidad con la que ellos acuden a devorar los montes de este país. Si nos atenemos al titular caben dos reacciones. Una: ¡excelente! Ha ardido una superficie algo menor que en el año anterior. Otra: ¡Uhmm! Ha habido más fuegos.
Es alarmante que el mayor porcentaje de los mismos sigan siendo intencionados. Como en Galicia, donde un porcentaje elevado de los detenidos eran personas que estaban haciendo una quema (la mayoría autorizadas) y a quienes se les escapó el fuego. O en Mijas (Málaga), donde según la investigación preliminar de los agentes de medio ambiente, alguien decidió hacer una hoguera en una zona recreativa. ¿Se acuerdan de la de Riba de Saelices en Guadalajara? Y qué me dicen de Galicia y la oleada de lumbres de octubre que nos recuerda a 2006. No tiene nombre.
Todo parece indicar que la intervención rápida de los operativos cuando se da un aviso de incendio mejora año tras año, elemento crucial para que un conato no se convierta en un gran incendio. La inversión -costosa desde luego- en aeronaves, vehículos y otros medios es positiva. También sirve -aprovechando la coyuntura- para que los responsables políticos puedan hacerse unas fotos con los preciados medios de comunicación.Sería más oportuno que se hicieran otra foto en enero o febrero, con una cuadrilla que esté trabajando por ejemplo en los montes del Teleno en León o en la comarca de las Cinco Villas de Aragón. Claro, esta foto quedaría más deslucida, pues los componentes de esas cuadrillas estarían sucios de materiales vegetales producto del desbroce o quizás tiznados por hacer una quema controlada, pero estarían enviando un mensaje muy bueno: ¡estamos creado empleo estable y decente fuera de la campaña estival! Y llevando a la práctica esa máxima de que los incendios se apagan en invierno.
No es fácil la tarea, es cierto, hay que poner en marcha planes de ordenación, pues seguimos careciendo en gran medida de ellos; tener en cuenta la biodiversidad que albergan nuestros montes y terrenos forestales para que las operaciones silvícolas no pongan en jaque espacios y especies, hay que llegar a acuerdos con los propietarios, valorar los recursos de los montes, renovables si son bien gestionados; hay que hacer partícipes a las entidades locales, adaptar políticas y proyectos al PDRS (Programa de Desarrollo Dural Sostenible), hay que hablar con los trabajadores y con las empresas del ramo. Pero difícil no es sinónimo de imposible. No nos resignamos y seguiremos cual martillo pilón, incidiendo en la necesidad de avanzar hacia el modelo preventivo y que éste quede al menos compensado con el modelo de extinguir.
Comprobamos cómo, de nuevo, dentro de las partidas presupuestarias la mayor parte se la lleva la relacionada con la extinción. Ya alegamos en su momento que no era acertado, que en realidad la extinción es continuada y no estacional y que bien invertidos los montantes económicos existe un nicho de empleo por y para el medio rural. He leído una noticia en la que el catedrático Emilio Chuvieco dice que los fuegos "generan la tercera parte de las emisiones de CO2 a nivel global", y pienso por ejemplo que en la Comunidad de Madrid se han autorizado doce mil quemas de residuos forestales, práctica habitual por otro lado en todas y cada una de las comunidades autónomas.Esas quemas llevan aparejadas emisiones gratuitas de CO2, quizás deberíamos empezar a plantearnos con seriedad que todos esos restos se utilizaran para producir por ejemplo, energía, y de este modo convertir la gratuidad en la emisión en verdaderamente emisión neutra, por aquello de que lo que han fijado vuelve a la atmósfera al ser quemadas.
No puedo finalizar este artículo sin enviar un abrazo a los trabajadores y trabajadoras que otro año más se han dejado la piel luchando contra los incendios y un sentido recuerdo a los que se han dejado la vida. Gracias compañeros y compañeras.