Poco antes de cerrar este número de Daphnia, acabamos de presentar el Informe de emisiones de gases de efecto invernadero en España 2009. Las emisiones se redujeron respecto al año anterior, pero la reducción se debe fundamentalmente a la crisis económica y, en segundo lugar, a la mayor participación de las renovables en el mix de generación eléctrica.
El sector del transporte por carretera es ya el que más emisiones de gases de efecto invernadero emite en España, por delante del eléctrico y el sector industrial. La conclusión más relevante -dejando aparte la incertidumbre de qué ocurrirá cuando empiece la recuperación económica- es que donde se han implantado políticas (industria y generación eléctrica) hemos obtenido resultados de reducción de emisiones. Donde no (transporte y domiciliario), las emisiones siguen sin control y ponen en riesgo no ya el cumplimiento del Protocolo de Kioto, sino los propios objetivos del Gobierno, cuyo escenario (la llamada senda de cumplimiento) se sitúa en un nivel de emisiones muy por encima de aquél.
Y todo esto ocurre cuando el debate energético se ha abierto mal y parcialmente. El Ministerio de Industria, Turismo y Comercio es el responsable de trasladar a la sociedad la percepción de que las renovables son un riesgo para nuestro sistema energético. Se ha plegado a las presiones de las compañías eléctricas, que ven reducir sus beneficios cuando -en plena contracción de la demanda- el crecimiento de las renovables les reduce su parte del pastel de generación eléctrica. El Ministerio de Industria plantea las primas sobre las renovables como un factor de encarecimiento de la electricidad en España y, por tanto, un riesgo para nuestra competitividad.
Por supuesto, hay que evitar una remuneración desproporcionada que favorezca la especulación, pero esto no justifica que el Gobierno -que creó las condiciones para la burbuja- ponga ahora en riesgo el empleo en un sector que ha generado puestos de trabajo y evita la contaminación, genera riqueza y aporta energía autóctona por un valor mucho mayor que el de las primas recibidas.
El debate sobre el coste de la electricidad no puede abordarse atendiendo sólo a las primas de las renovables. Tiene mucha más importancia en la determinación del precio de la electricidad el sistema de fijación del mismo en el mercado eléctrico. El sistema remunera a todas las tecnologías al precio de las últimas en entrar en el pool, lo que provoca que algunas tecnologías -como la nuclear y la hidráulica- se vean remuneradas -según informe de la Comisión Nacional de la Energía de 2008- por un precio muy por encima de su coste de producción. En atención al interés que tiene este precio en la actividad productiva, debería revisarse en su conjunto el sistema de remuneración del mercado eléctrico de manera que todas las tecnologías obtengan el retorno adecuado de acuerdo con sus costes de producción.
Debe mantenerse una política de primas a las renovables, apoyando a éstas de forma que se adapte la remuneración que reciban a la curva de maduración de las distintas tecnologías. Y debe hacerse con plena seguridad jurídica y predictibilidad, condiciones necesarias para la elaboración de planes de negocio y de un desarrollo armónico del sector.
El Gobierno tiene que tomar las decisiones con una visión temporal amplia, coherente con la apuesta realizada hace años y no arriesgando por motivos coyunturales el futuro de un sector estratégico para la economía y el empleo en España.
Llorenç Serrano
Secretario confederal de Medio Ambiente de CCOO