El vergonzoso honor de liderar la agricultura transgénica en Europa

 El pasado 15 de octubre, agricultores y ecologistas de varios países, entre ellos España, viajaron a Bruselas para llevar a la Comisión Europea una petición firmada por 180.000 personas contra la autorización del arroz transgénico de Bayer y de la patata MG de BASF en la UE. Los agricultores también denunciaban que el maíz ecológico puede desaparecer, contaminado por el polen del maíz transgénico, por lo que solicitaban a la Comisión que no reautorice el maíz transgénico de Monsanto MON 810, cuyo permiso de cultivo por diez años ha caducado en 2009. Sólo dos días antes, en Dublín, el Gobierno irlandés había anunciado su decisión de prohibir el cultivo de Organismos Modificados Genéticamente (OMG) y el acuerdo de declarar a la República de Irlanda "Zona Libre de Transgénicos". Irlanda se sumaba así a Francia, Austria, Grecia, Luxemburgo, Hungría, Italia, Polonia y Alemania, que mantienen algún tipo de prohibición sobre el cultivo de organismos modificados genéticamente.

España es el único país de la UE que cultiva transgénicos a gran escala y que no ha puesto límites a su expansión desde que en 1998 incorporara a la lista de vegetales cultivados dos variedades de maíz Bt, otras cinco variedades en 2003, y otras siete en 2004 hasta llegar a cultivar 90 variedades transgénicas. En 2005, 71 organizaciones ecologistas, de consumidores, agrarias y sindicales, entre ellas Comisiones Obreras, se dirigieron al presidente Zapatero mostrando su profunda preocupación por la política del Gobierno en esta materia. Dadas las grandes incertidumbres sobre la seguridad de los alimentos transgénicos tanto para la salud humana como animal, y teniendo en cuenta sus impactos cada vez más evidentes sobre el medio ambiente, esta coalición de organizaciones consideraba imprescindible que el Gobierno adoptara una serie de medidas desde el principio de precaución que incluían: la prohibición del cultivo de transgénicos mientras no se revisasen sus mecanismos de aprobación y se solventasen las numerosas lagunas legales existentes, el establecimiento de un régimen de segregación entre la producción transgénica y la convencional y ecológica, la implantación de medidas para llevar a cabo una trazabilidad y un etiquetado que garantizaran libertad de elección a agricultores y consumidores, y la puesta en marcha de medidas para garantizar la no contaminación de la producción agraria no transgénica. También se solicitaba la retirada del mercado de la cosecha del maíz Bt176 de aquel año, cultivado ilegalmente según la normativa europea.

La realidad es que ninguna de las medidas solicitadas por esta coalición se ha puesto en marcha. Lejos de esto, en 2008 el Gobierno toleró en España 79.269 hectáreas (ha) de cultivos de maíz transgénico, casi una quinta parte del total del maíz sembrado en nuestro país. La mayor parte de estos cultivos transgénicos se encuentran en Aragón y Cataluña. En 2009 se volvieron a cultivar 76.057 ha del MON 810, el maíz cuya autorización debe volver a revisar ahora la Comisión Europea1, y cuyo cultivo está prohibido de forma expresa en Francia, Hungría, Grecia, Austria, Alemania y Luxemburgo.

Frente a la producción total de cereal en nuestro país, de 23,654 millones de toneladas, los cereales transgénicos suponen algo más del 3% . En cuanto a superficie total de tierras de cultivo en España (unos 18 millones de hectáreas), los transgénicos no representan más que el 0,4%. Pero la baja superficie de cultivos de OMG no implica un menor riesgo. El mismo Ministerio del Medio Ambiente, Medio Rural y Marino parece reconocer la existencia de afectados2, mientras que la amenaza de contaminación genética pesa sobre los agricultores de cultivos tradicionales. Y sobre los agricultores biológicos.

Transgénicos versus agricultura ecológica

Según datos del MARM, España dispone en 2009 de 1.317.752 hectáreas dedicadas a la agricultura ecológica, lo que representa un 33% más que el año 2008 y un 80% más que en 2004. Los principales cultivos ecológicos son de cereal, olivar y frutos secos. Estas cifras sitúan a España en uno de los primeros puestos de producción ecológica, tanto en el marco comunitario como mundial.

En lo que a los operadores se refiere, su número es de unos 23.473, incluyendo a 21.291 productores del sector primario, a 2.168 elaboradores y comercializadores y a 81 importadores. La ganadería ecológica también ha adquirido importancia en los últimos años, con 3.813 explotaciones registradas en 2008, un 25 por ciento más que en 2007. La agricultura y la ganadería ecológicas son un importante yacimiento de empleo verde en nuestro país. Son respetuosas con el medio ambiente y con la salud de los consumidores. Y no sólo eso.

La agricultura y la ganadería ecológicas constituyen la llave para la adaptación de este sector a los impactos del cambio climático en nuestro país y para la mitigación de sus emisiones3. Frente a la agricultura ecológica, la agricultura industrial, y mucho más la agricultura de cultivos transgénicos, basada en un uso intensivo de químicos que degrada el suelo y que destruye recursos fundamentales para la fijación de carbono, como los bosques y el resto de ecosistemas, generan más emisiones directas y termina con sumideros de CO2 naturales. Por otro lado, los cultivos de OMG contaminan genéticamente a los cultivos ecológicos y convencionales, por lo que pese a ocupar una superficie mucho menor, constituyen una amenaza para miles de agricultores en nuestro país.

Ante esta tesitura, ¿veremos en los próximos meses, con España en la presidencia de la Unión Europea, un apoyo más fuerte en nuestro país a una agricultura sostenible que fomente los productos ecológicos y mitigue el cambio climático, o por el contrario, seguiremos siendo el paraíso de los transgénicos en la zona euro, donde tras diez años de lobby, la industria agroquímica sólo ha podido penetrar y establecerse en nuestro país?

Eva Hernández Jorge
Técnica del área de Gestión Ambiental de ISTAS

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