La biomasa es una fuente energética de gran potencial en España y con un enorme interés estratégico y medioambiental. Supone aprovechar recursos autóctonos, con una gran capacidad para generar actividad económica y empleo en zonas rurales y con escasos impactos ambientales como energía renovable que es.
La biomasa es muy variada tanto por su origen (proveniente de residuos agrícolas, forestales, de industria agroalimentaria e incluso de cultivos energéticos) como por sus usos (para calefacción o agua caliente en hogares, en el sector de servicios o en usos industriales, para producir electricidad o para biocarburantes: biodiésel o bioetanol).
Su interés ambiental reside fundamentalmente en que el balance en cuanto a emisiones de carbono es neutro. El CO2 liberado en el proceso de combustión es equivalente al CO2 absorbido por la propia biomasa. La biomasa está libre, además, de ciertos contaminantes que sí se pueden producir, sin embargo, con la utilización de combustibles fósiles (metales pesados, SO2). Además, al retirar restos agrícolas o forestales se evita su quema "in situ", lo que contribuirá a disminuir los incendios forestales, así como a eliminar la difícil gestión de los residuos en algunas industrias agroalimentarias, como las almazaras.
A pesar de todas estas ventajas, la biomasa hasta ahora apenas se ha desarrollado en España. En biomasa de generación eléctrica, por ejemplo, el plan de energías renovables establecía el objetivo de alcanzar en 2010 algo más de 2.000 MW de potencia y, sin embargo, hasta ahora hay instalados poco más de 500 MW.
Según el citado plan, se podrían crear 40.000 empleos directos si se cumplieran los objetivos marcados para el conjunto de la biomasa. El estudio de ISTAS realizado en 2007 sobre generación de empleo en energías renovables estima que el número de trabajadores en biomasa a finales de ese año era sólo de 10.000, incluyendo biogás y biocarburantes.
Hasta el momento, esta fuente energética no ha tenido los apoyos suficientes como para que se hayan desarrollado proyectos e instalaciones en los que intervienen complejos factores energéticos, agrícolas, forestales y medioambientales. Uno de los principales escollos ha sido la dificultad de garantizar el suministro de materia prima o combustible. Las administraciones autonómicas y locales no han promovido suficientemente los canales logísticos entre los potenciales suministradores agrícolas o forestales.
Pero esto está empezando a cambiar, al menos en cuanto a la biomasa para la generación de electricidad. Existen ya varias plantas de diferentes empresas promotoras y con variadas tecnologías que están poniendo de manifiesto que la biomasa puede funcionar y ser viable. Hasta ahora sólo existían algunas ligadas a la industria agroalimentaria en el sur de la Península, la de residuos forestales de Allariz (Orense) y la de residuos agrícolas de Sangüesa (Navarra).
Biomasa forestal en Guadalajara
En el mes de octubre empezó a rodar una central promovida por Iberdrola Renovables en Corduente (Guadalajara) de 2 MW cuyo combustible lo constituirán 26.000 toneladas al año de residuos provenientes de las labores de limpieza, poda y aclareo de los montes de la provincia de Guadalajara.
La planta está en la zona donde en 2005 ardieron 13.000 hectáreas en un incendio forestal que acabó con la vida de once miembros de un retén forestal. Desde antes de ese trágico incendio, CCOO de Castilla-La Mancha había estado reivindicando la estabilidad y adecuadas condiciones de trabajo para los trabajadores de la extinción de incendios en la región. Poco después consiguió que se creara una empresa pública autonómica para la gestión forestal que diera trabajo durante todo el año a los trabajadores que en verano hacían la campaña de incendios. Gracias a eso ahora esta planta tiene garantizado el suministro de combustible proveniente de residuos forestales.
Aparte de a esos 250 empleados de la empresa pública autonómica en la provincia, la instalación da trabajo a dieciocho personas de la zona que, en tres turnos, se dedican a su operación y mantenimiento, además de a otros catorce de la empresa Factor Verde que se dedican al transporte, secado y triturado de la biomasa forestal. En su construcción, que ha durado año y medio, ha habido de media 48 trabajadores.
La producción de electricidad en estas plantas se realiza, como en las térmicas convencionales, con una caldera, una turbina de vapor y un generador que funcionará 8.000 horas al año. El consumo de agua para la refrigeración es de 12 m3/h, de los cuáles la mitad se devuelve al cauce del río Gallo. Las escorias derivadas de la combustión piensan emplearlas en obra pública.
Biomasa agrícola en Burgos
Más grande es la planta que está a punto de inaugurar Acciona en Briviesca (Burgos) con la participación del EREN (Ente Regional de la Energía de Castilla y León). Tiene 16 MW de potencia y la empresa prevé consumir como combustible 100.000 toneladas de paja al año. La mitad de esos residuos agrícolas los garantizarán a través de contratos a largo plazo (cinco a diez años) con agricultores y cooperativas de la comarca de la Bureba y la otra mitad por suministro propio con maquinaria de la empresa para trabajar las tierras de la zona. El almacenamiento de los residuos de paja se realizará en diversos puntos de la comarca para garantizar de forma coordinada desde ahí su traslado a la planta para la combustión y producción de electricidad.
La instalación, que empleará a 25 trabajadores directos y 75 indirectos, tiene la particularidad de que se refrigerará con aguas residuales provenientes de la depuradora municipal y que las cenizas del proceso se podrán usar como fertilizante agrícola.
Otros proyectos
Hay otras plantas en construcción. Una de ellas, promovida por Desarrollos Rurales El Encinar en Navalmoral de la Mata (Cáceres), de 22 MW, que utilizará un proceso de gasificación para las 350.000 toneladas de ensilado de maíz y tabaco que está previsto consumir, y otra de Acciona en Miajadas (Cáceres) de 16 MW, que se nutrirá de residuos de paja de maíz y restos leñosos.
Además, hay otros proyectos de Acciona en Castilla y León en tramitación administrativa. Una instalación de 25 MW en Valencia de Don Juan (León) que prevé usar 175.000 toneladas de residuos herbáceos (80%) y leñosos (20%) y una de 16 MW en Almazán (Soria), que consumirá 120.000 toneladas de cultivos energéticos y residuos agrícolas y leñosos.
Como se ve, contamos con una amplia variedad de tecnologías y combustibles orgánicos que ponen de manifiesto la potencialidad de esta energía cuando confluyen los mecanismos institucionales y económicos para su desarrollo: retribución adecuada del kW/h, promoción de canales logísticos para la retirada de los residuos o materia prima, garantía de gestión forestal estable, participación pública en la financiación de proyectos o actitud activa de agencias de la energía.
El Ministerio de Medio Ambiente y Medio Rural y Marino ha elaborado una estrategia para el uso energético de la biomasa forestal residual que ahora habrá que desarrollar en todas las comunidades autónomas, pero hace falta también una estrategia de ese tipo para la biomasa residual agrícola. El Plan de Fomento de Energías Renovables para el período 2011-2020, que está actualmente elaborando el IDAE, es otra ocasión inmejorable para reforzar los apoyos e instrumentos que necesita la biomasa para su expansión. Comisiones Obreras deberá estar atento a todos estos planes y proyectos para apoyar esta fuente energética con gran capacidad de generación de empleo en las zonas rurales.
Carlos Martínez Camarero
Responsable del Departamento Confederal de Medio Ambiente de CC.OO.