Irritación en la piel, problemas en las vías respiratorias, cáncer, contaminación de las aguas o emisiones a la atmósfera son algunos de los efectos sobre la salud humana y el medio ambiente de los aceites usados, residuos procedentes de numerosas actividades. El Departamento de Medio Ambiente de CCOO ha elaborado una guía para reducir su impacto.
España produjo en 2007 unas 536.100 toneladas de lubricantes, que generaron en torno a 200.000- 225.000 toneladas de aceites usados, esto es, cualquier aceite industrial que se ha vuelto inadecuado para el uso al que se le hubiera asignado inicialmente: de los motores de combustión y de los sistemas de transmisión, de los lubricantes, los de turbinas y los de sistemas hidráulicos, así como las mezclas y emulsiones que los contengan.
Los aceites se contaminan durante su utilización con diferentes productos y materiales. Además de contener aditivos muy peligrosos y tóxicos, incorporan a su composición gran cantidad de sustancias peligrosas para nuestra salud, como son las partículas metálicas ocasionadas por el desgaste de piezas. Debido a la combustión de motores y por el calentamiento derivado de la fricción entre piezas de maquinaria, se pueden generar humos y gases.
El productor es el responsable
Uno de los aspectos mas relevante del Real Decreto 679/2006 de 2 de junio, que regula la gestión de los aceites usados, es que aplica el principio de responsabilidad del productor. De acuerdo con este principio, los fabricantes tienen que asumir también obligaciones para la correcta gestión de los residuos que se generen tras el uso o consumo de los productos que ponen en el mercado.
Los fabricantes de aceites industriales pueden cumplir esta obligación a través de sistemas integrados de gestión (SIG) de aceites usados por los que se comprometen a garantizar su recogida selectiva y una adecuada gestión.
La ley de residuos de 1998 establece que los fabricantes de aceites industriales deberán elaborar y remitir -para su aprobación- a las comunidades autónomas en cuyo territorio comercialicen sus productos un plan empresarial de prevención de sus efectos sobre el medio ambiente. Además, una vez que los fabricantes se hubieran hecho cargo de los aceites usados tendrán la consideración de productores de dichos aceites usados y deberán garantizar a través de la cadena de gestión que el residuo se gestiona de acuerdo con el siguiente orden de preferencias: regeneración, otras formas de reciclado y valorización energética. Los productores de aceites usados deberán almacenarlos en las condiciones adecuadas, disponer de instalaciones que permitan su conservación hasta la recogida y evitar que los depósitos, incluidos los subterráneos, tengan efectos nocivos sobre el suelo.
Con carácter general, quedan prohibidas las siguientes actuaciones:
¿Qué propone CCOO?
El objetivo principal de toda política de residuos es evitar que se genere el residuo, prevenir la contaminación reduciendo la toxicidad y la cantidad de los residuos, conservar los recursos y la energía. Debemos seguir la jerarquía de residuos: evitar, reducir, reutilizar y reciclar, en ese orden.
Para prevenir los residuos de aceites usados, los fabricantes de aceites industriales deberían fabricar aceites biodegradables a partir de aceites vegetales, reducir la toxicidad y peligrosidad de los aditivos, aumentar la vida útil de los aceites lubricantes y emplear bases de aceite regenerado para fabricar uno nuevo.
Cualquier usuario de aceites industriales y productor de aceites usados debería utilizar lubricantes biodegradables, sustituir procesos y productos, utilizar aceites fabricados con bases regeneradas, minimizar el consumo de aceite con medidas organizativas y buenas practicas y reacondicionar el aceite en la planta.
Todos estos contaminantes tienen graves efectos para la salud:
Pero, al no ser biodegradables, también sobre el medio ambiente:
Biolubricantes, lubricantes biodegradables de origen vegetal
Los actuales lubricantes derivados de aceites minerales presentan riesgos para la salud humana y para el medio ambiente debido a su escasa biodegradabilidad y a su capacidad para causar daños a largo plazo por su persistencia en el ambiente. En algunos países su uso está ya prohibido o limitado en aquellas aplicaciones en las que se da una pérdida total, tales como la lubricación de los raíles de ferrocarril, los cables de grúa o las sierras de cadena. Además los aceites minerales son inadecuados para las aplicaciones más exigentes, tales como los motores de altas prestaciones, en las que son sustituidos por lubricantes sintéticos. Los lubricantes derivados de aceites vegetales ocupan, tanto en su nivel de prestaciones como en su precio, una situación intermedia entre los lubricantes sintéticos y los de aceites minerales, con la ventaja de su menor toxicidad y su biodegradabilidad.
Los biolubricantes de origen vegetal pueden aplicarse en los sistemas hidráulicos, donde los derrames o pérdidas pueden provocar daños al medio ambiente. También en los equipos acuáticos y móviles que operan en áreas ambientalmente sensibles y en los sistemas hidráulicos en los que un potencial derrame puede convertirse en un vertido al medio acuático.
Las confederaciones hidrográficas, por ejemplo, incluyen como condicionante para conceder permisos de navegación por algunos cauces y embalses que las embarcaciones utilicen aceites lubricantes biodegradables.
Luis Clarimon
Responsable de Medio Ambiente de CCOO-Aragón