Hace ya más de un año que el ambicioso reglamento REACH, que regula sustancias y preparados químicos en Europa, entró en vigor y todas las miradas apuntan ahora al proceso de autorización, que pretende restringir el uso de las sustancias químicas más preocupantes (SVHC). La situación es apremiante, y la Unión Europea y sus Estados miembros tienen la oportunidad de liderar un proceso sin igual hacia una química más segura, promoviendo el principio de precaución y la innovación.
La Agencia Europea de Sustancias Químicas (ECHA, en sus siglas en inglés) es la encargada de elaborar la candidate list una lista de las sustancias consideradas como más preocupantes, que son, según el REACH, las que pueden causar cáncer, alteraciones genéticas hereditarias o problemas de reproducción (CMR), se acumulan en los organismos o persisten en el medio ambiente (TPB, mPmB).
Cuando una sustancia ingrese en la lista de candidatas, las empresas deberán notificar su presencia en todos sus productos en sólo 45 días. Además, esta lista de candidatas permitirá anticiparse a las empresas, rediseñando sus productos y procesos, así como sustituyendo las sustancias más peligrosas, que tarde o temprano pasarán por el proceso de autorización a la comercialización, que no se otorgará si existen alternativas menos nocivas.
El panorama actual no es tan idílico, teniendo en cuenta que existen al menos 1.500 sustancias preocupantes según REACH. Sin embargo, la ECHA sólo aprobó una lista de 14 sustancias que publicó el pasado 22 de octubre.
Resulta decepcionante la posición de la ECHA al presentar esta lista de sustancias bajo el pretexto de falta de recursos. Una lista tan limitada conlleva una información limitada a los consumidores y trabajadores, una frágil protección de la salud humana y el medio ambiente y una ralentización del cumplimiento de objetivos del reglamento.
Para afrontar la situación, la organización sueca ChemSec, en consorcio con otras organizaciones no gubernamentales de toda Europa, entre las que se encuentra el Instituto Sindical de Trabajo, Ambiente y Salud (ISTAS), ha hecho pública la SIN List, una lista de casi 300 sustancias químicas de elevada peligrosidad.
La SIN list pretende influir en el proceso de autorización y ser incluida en la candidate list, informar a los Estados miembros y autoridades competentes y servir de guía a consumidores e industria, instando a los grandes fabricantes a reemplazar esas sustancias por alternativas menos nocivas. La SIN List, que se puede consultar en castellano en la página web www.sinlist.org, se presentó el 17 de septiembre en Bruselas y contó con la presencia de más de 70 multinacionales europeas, así como organizaciones de EEUU y Japón que también se verán afectados por el reglamento europeo.
Algunas empresas mostraron sus políticas de innovación y reducción de tóxicos, que les sitúa por delante de sus competidores, adelantándose a una normativa que prohibirá el uso y producción de estas sustancias tan preocupantes.
Tatiana Santos Otero
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