¿Hacia una regulación laboral del sector de las energías renovables?

La producción de energía autóctona ha de constituir uno de los ejes prioritarios de cualquier gobierno que se precie en desarrollar políticas industriales solventes. Por ello, las energías renovables han de ocupar un lugar estratégico en el diseño de esa política industrial.

En primer lugar, por las propias necesidades de complementar el actual mix energético, pero a su vez, por la oportunidad industrial que supone el desarrollo de una actividad diversificada en distintas fuentes de producción: eólica, fotovoltaica, biomasa, etc.

El esfuerzo inversor que muchas empresas han realizado en los últimos años, a pesar de las incertidumbres sobre la apuesta política por este tipo de energías, no ha conseguido hacerse suficientemente visible en la sociedad, ni tampoco parece que cobre la importancia que realmente merece en la escena política.

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La cuestión que cabe preguntarse es si las energías renovables son realmente un sector. Veamos. La producción de energía renovable requiere una decidida iniciativa inversora, un permanente desarrollo tecnológico de equipos para la mejora de la eficiencia productiva y capacidad para fabricar aquello que se diseña y, por último, una importante inversión en el mantenimiento de la capacidad instalada. En definitiva, alberga casi todos los componentes necesarios para identificarse como un sector. Pero para alcanzar la categoría de sector se requiere también poner rostro a los miles de personas que desarrollan su actividad en el ámbito de las energías renovables. Los estudios recientes elaborados por ISTAS para el Centro Nacional Integrado en Formación en Energías Renovables (CENIFER) y por las asociaciones empresariales abordan aspectos como: repercusión sobre el empleo, oportunidades de desarrollo económico y tecnológico, cualificaciones profesionales y aspectos netamente laborales, importantes para una correcta evolución de un sector con grandes potencialidades y que ocupa uno de los primeros puestos a nivel internacional.

La actividad de las energías renovables necesita consolidarse como un auténtico sector de la producción energética. Sólo habrá reconocimiento sectorial –sobre todo desde las administraciones– si detrás de esta industria hay un reconocimiento, también, desde el espacio sociolaboral.

Desde la Federación Minerometalúrgica de CCOO hemos propuesto a las asociaciones empresariales y profesionales de los distintos campos de las energías renovables, la constitución de un marco regulador que incorpore a las personas que en ellas trabajan en sus distintas fases, desde la elaboración de los proyectos hasta el mantenimiento y la explotación. Esta iniciativa permitiría establecer unas bases uniformes, pero adaptables a los requerimientos de todo el sector y en todo el territorio nacional, de forma que queden sujetas a una misma regulación laboral todas aquellas empresas que quieran operar en el mismo.

Abordar un marco regulador de ámbito estatal para un sector tan complejo como es el de las energías renovables no es tarea fácil. Sin embargo, la expansión que se va a producir en los próximos años de esta actividad, los cambios en el modelo productivo, los procesos de descentralización productiva, la incorporación de empresas instaladas en la parte más amable del beneficio, huyendo de los riesgos inherentes a toda actividad, exigen dar solidez, cuerpo y estructura a un sector que, para identificarse como tal, solo le falta su proyección sociolaboral. Y esta iniciativa, la proponemos en un momento en el que asociaciones patronales y sindicatos aún podemos intervenir y poner un poco de orden en el sector antes de que su crecimiento –también en lo laboral– se haga de forma desordenada.

Jesús Ramos Galicia
Secretario de Acción Sindical Federación Minero Metalúrgica de Comisiones Obreras. 

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