Andrés Rábago (Madrid, 1947) habla como pinta y dibuja, midiendo mucho las palabras. Las palabras cuentan y no vale pronunciarlas en vano. Colaborador habitual del diario El País, bajo el seudónimo de El Roto, acaba de publicar un nuevo volumen de su diccionario particular, Vocabulario figurado 2 (Círculos de Lectores/Mondadori) en el que a través de una selección de sus viñetas nos sugiere lo que hay más allá de términos como nacionalismo, terrorismo, capitalismo o fanatismo.
“No me preocupa la falta de ideología. Me preocupa la falta de conciencia”Su trabajo es un permanente esfuerzo por desenmascarar la mentira, de desvelar lo que hay más allá de los mensajes que recibimos. ¿Cuáles serían las principales mentiras de nuestro tiempo?
La principal mentira es la que nos hacemos con nosotros mismos, con nuestro cuerpo. Esta mentira da pie a una catarata en la que se va desplegando el artificio de lo que consideramos como real.
La realidad no se entendería hoy de la misma forma sin la mirada particular de El Roto. ¿Cómo lleva esa responsabilidad?
Sólo soy responsable de lo que hago en el medio en el que lo hago. Lo que se haga después es algo que yo no puedo controlar. De hecho, no siempre me produce satisfacción que alguien utilice mis viñetas porque se pueden usar para otros fines y sacarlas fuera de contexto. Por otro lado, intento evitar la identificación con mi trabajo, que puede ser un contrapunto o un apoyo, nada más. Por eso mi método de trabajo no es inmediato. Busco el medio o largo plazo. A veces, incluso dejo pasar un tiempo antes de hacer el dibujo para que cuando se publique, haya dado tiempo a que cada persona tenga su propio criterio. Puede que los hechos incluso se hayan olvidado, aunque los importantes siguen estando ahí, como una especie de telón de fondo, y ese telón de fondo es lo que me interesa. No persigo ser un referente de nada, pero sí creo que estoy obligado a expresar lo que es un esquema de pensamiento en una época determinada y en una sociedad concreta.
Como dibujante satírico, siempre ha reconocido la influencia de Goya, de Solana, de Daumier o de Groz. ¿Los considera sus maestros?
Más que influencias, han sido referentes para hacer un trabajo de calidad. Es necesario tener presente a quienes han sido los mejores para hacer tu trabajo. No creo que sean referentes porque los tiempos son distintos, también los lenguajes.
En algún lugar ha señalado que una sociedad sin moral es una sociedad condenada a la destrucción. ¿Es usted pesimista en cuanto a cómo estamos los humanos haciendo las cosas, especialmente en lo que se refiere a la degradación ambiental del planeta?
Lo que me preocupa es el hipnotismo de los medios de comunicación, la capacidad que tienen para atrapar la conciencia, sobre todo los medios “calientes” de comunicación, como la televisión o la radio. La prensa escrita sigue siendo el medio más frío y el menos manipulable, aunque lo intenten. Los medios de hipnotización de masas son cada vez más potentes, no nos damos cuenta de cómo nos están marcando y tampoco somos capaces de rebelarnos.
Quizás el mundo que describía Orwell en su novela 1984 no está muy lejos.
No sólo estamos cerca sino que lo hemos superado. Cada persona es capaz de crearse su propio mundo y nada puede impedirle ser absolutamente libre. Si nos sometemos al imperio del poder mediático es por una decisión libre, pero debemos ser conscientes de que en algún momento podríamos liberarnos
Ha comentado en más de una ocasión que sería recomendable tirar la televisión por la ventana y consumir menos radio y prensa escrita. Esa ascesis, en este caso informativa, ¿deberíamos llevarla a otras facetas de nuestra vida?
Sí, claro, en un momento con una gran oferta hay que ser muy selectivo. El futuro está en esta ascesis, en esta contención de nuestros deseos frente a lo que el mercado nos ofrece.
“Al menos, nos queda El Roto”. Es una frase que oigo constantemente en distintos ámbitos como un consuelo frente a la falta de crítica en los medios de comunicación. ¿Vivimos en una sociedad adormecida?
Al final todo recae en la responsabilidad personal. No podemos culpar a nadie de lo que nos pasa, somos responsables de lo que se nos dice. Tenemos más capacidad de crear y de configurar la realidad de lo que creemos. Nos hemos dejado arrebatar esa potestad por los medios, pero esa capacidad está en nosotros, es nuestro derecho y nuestro deber ejercerla. Tenemos más poder del que creemos y el sistema sólo tiene el poder que le otorgamos.
¿Cómo elige El Roto un tema?
Tengo un cuaderno de notas donde apunto los temas que me interesan y dejo que vayan creciendo por sí mismos. Los temas que aguantan, que tienen carne, son los que luego dibujo.
¿Qué límites se impone o le imponen –en el caso de sus publicaciones para medios escritos– a la hora de crear?
Los medios de comunicación con los que he colaborado nunca me han impuesto límites. Compenso esa confianza haciendo un trabajo que intento que tenga un sentido, que no sea arbitrario.
¿Existe cada vez menos libertad en los medios de comunicación?
No es una falta de libertad. Lo que hay es una especie de identificación con los distintos segmentos en pugna, eso sí me parece preocupante.
La sensación de la gente es más bien de impotencia frente a lo que pasa a su alrededor…
Es algo contra lo que hay que combatir, se aprovechan de nuestra debilidad, de nuestra pereza. La impotencia no deja de ser una coartada peligrosa, una trampa que aceptamos.
¿Nos hace falta más ideología, más argumentos?
No me preocupa la falta de ideología. Me preocupa la falta de conciencia. La ideología es una superestructura con la que nos podemos identificar o no y en la que a veces abandonamos nuestra propia identidad. Me interesa que cada uno cree su propio mundo. De las ideologías hay que tomar lo que nos sirve individualmente, pero no hay que someterse a la ideología, que debe estar a nuestro servicio y no al revés. De lo contrario pierdes tu identidad.
¿Se sitúa dentro de algún espectro ideológico?
Prefiero que a la gente no se la etiquete ni se la clasifique por sus ideas sino por sus actos, por su actividad.
¿No existe izquierda y derecha, pues?
La opción izquierda o derecha no la veo como una opción ideológica sino como un planteamiento de responsabilidad. Se supone que la izquierda aboga más por el bien colectivo, es menos egoísta, mira más por el otro, intenta concertar esfuerzos, de ayuda mutua, mientras que la derecha se supone que tiene posiciones más egoístas.
Uno de sus principales temas de trabajo son los fundamentalismos.
El fanatismo tiene lugar cuando una persona se identifica tanto con una idea que no es capaz de ver los efectos que esa idea puede tener sobre otro o las carencias –incluidas las mentiras– que pueda encerrar. Desde ese momento se convierte en algo que cosifica al hombre, el hombre comienza a estar petrificado en una idea, deja de ser persona y se convierte en algo muerto.
Si no hubiera sido dibujante, ¿qué te hubiera gustado ser?
No me lo he planteado, procuro atenerme a lo real, allí donde estoy.
Javier Morales Ortiz