El sector de la construcción, y especialmente el de la edificación,está teniendo una evolución durante los últimos años que afecta a todo el país y en algunos aspectos no precisamente de manera positiva en cuanto al modelo de crecimiento, a la vida pública, a la ordenación del territorio, y otros.
Es preciso que sepamos adónde vamos con el modelo existente en la actualidad. Para ello es imprescindible hacer un esfuerzo por analizar lo que sucede, cuantificando los hechos, y hacer previsiones lógicas sobre lo que puede suceder a medio y largo plazo.
¿Cuál es el punto de partida?
Se ha producido en los últimos quince años –especialmente desde 2001– un crecimiento del sector edificatorio espectacular, que ha provocado el incremento, más allá de lo razonable, de los consecuentes impactos asociados en los aspectos claves que miden la sostenibilidad medioambiental (la energía, el agua, los materiales, el suelo y los residuos) y la sostenibilidad económica y social. Se ha pasado de construir 355.000 nuevas viviendas en 1995 a 800.000 nuevas viviendas en 2005, esto es, más que Alemania, Inglaterra y Francia juntas. En la actualidad, el sector de la construcción, directa o indirectamente, representa el 18% de PIB y el 12% del empleo. No obstante, el crecimiento del sector edificatorio no guarda correspondencia con otros indicadores razonables como puede ser el crecimiento de la población u otros.Ese crecimiento del parque edificatorio ha ido asociado a un incremento desproporcionado del patrimonio sin rehabilitar y de viviendas sin ocupar; el incremento de estas últimas es mayor proporcionalmente al de las viviendas principales.
Sin embargo, todos esos excesos no han servido para resolver el problema de la vivienda, ni para abaratarla: se ha incrementado el segmento de población sin capacidad de acceso a la misma, dado el incremento de los precios y la falta de oferta de Viviendas de Protección Pública. Si en 1993 las VPP representaban el 29% del total de m2 construidos para viviendas, diez años después, en el 2003, los m2 construidos para VPP no llegaban a representar el 9%.
Al mismo tiempo, los impactos medioambientales asociados al consumo de energía, agua, suelo y materiales y a la generación de residuos se han visto notablemente incrementados. A modo de ejemplo, los incrementos de consumo de energía en la edificación han sido superiores al 53% desde 1991. El nivel de emisiones de gases de efecto invernadero en España es un 48% más con respecto a 1990, cuando el previstopara el cumplimiento del Protocolo de Kioto no debía superar el 15%. En los últimos 10 años se ha producido un deterioro de espacios naturales sensibles y cualificados, comoconsecuencia del incremento de suelo alterado por el proceso urbanístico.Desde 1991 al año 2004, mientras que la población se ha incrementado un 11%, el impacto medioambiental asociado a la edificación lo ha hecho en un 31%, el precio de la vivienda en un 160%, y el endeudamiento familiar en un 348%.De todo ello se deduce que, para un análisis sobre la edificación y la sostenibilidad, es preciso tener en cuenta sus dos variables esenciales: de un lado, considerar la evolución del parque edificatorio; y de otro, la ecoeficiencia. La ecoeficiencia no es suficiente para transformar la realidad actual; es preciso actuar sobre esas dos variables. Si sigue un crecimiento no razonable del parque edificatorio podremos concluir que estamos contribuyendo a un desarrollo no sostenible.Y para comprobarlo es preciso cuantificar y hacer previsiones de a dónde nos conducen las actuales dinámicas.
¿Qué escenarios se vislumbran en 2021?
Se definen dos escenarios, uno “tendencial” y otro de “cambio significativo”. El escenario “tendencial” indica cuáles serían los impactos en 2021 si las cosas siguieran como hasta ahora; el escenario de “cambio significativo” conlleva la toma en consideración de medidas que corrigen las actuales inercias.Ambos escenariosenmarcan un amplio rango en donde caben diferentes resultados en 2021. Ello dependerá de lo que realmente queramos. Y es importante definir dichos escenarios para, de un lado, evitar la trampa de evaluar el presente sin considerar la dimensión de los problemas que el modelo actual, si no se modifica, puede estar proyectando hacia un futuro cada vez más tenso; y de otro lado, para permitir que la toma de diferentes medidas, desde una estrategia más sostenible, conlleven las transformaciones necesarias, por ejemplo, para poder cumplir con los compromisos de Kioto.Así, en el capítulo de consumo de energía y emisiones de CO2, el escenario posible y real de “cambio significativo” supondría, por decirlo en cantidades absolutas, unos consumos de 34.526 ktep (Kilo toneladas equivalentes de petróleo) frente a 53.785 ktep para el caso del escenario “tendencial”, y unas emisiones de 95.737 ktCO2 frente a 168.775 ktCO2 para el caso del escenario “tendencial”; es decir un 36% menos de consumo y 42% menos de emisiones.
¿Es posible ese cambio significativo?
La respuesta es sí. Ello requiere, de un lado, definir una estrategia, y, de otro, establecer un amplio acuerdo entre todos los sectores afectados: constructores y promotores, fabricantes y asociaciones de productos de la construcción, las administraciones públicas – Administración General del Estado, comunidades autónomas y administraciones locales–, consumidores y usuarios, sindicatos y ONG, arquitectos y profesionales, universidades y centros de I+D.Ese acuerdo sólo es posible alcanzarlo sobre la base de profundizar colectivamente en el conocimiento de la realidad y de debatir en torno a cuál ha de ser esa estrategia que corrija la actual tendencia.
¿Qué se requiere y qué pasos habría que dar?
En primer lugar, se requiere cumplir con tres condiciones básicas: la autocontención en la evolución del parque edificatorio; la ecoeficiencia, a aplicar tanto en la nueva edificación como en el stock edificatorio existente; y la complicidad de todos los actores, para lo que se requiere abrir un debate entre todos ellos en torno a un dictamen sobre la situación actual y las tendencias basado en datos ciertos y contrastados, que permita establecer un amplio acuerdo social sobre un plan de acción a corto, medio y largo plazo.
En segundo lugar, es necesario establecer dos líneas de trabajo: una, sobre la obra nueva, y, dos, sobre el stock edificatorio.
En tercer lugar, se requiere una nueva lógica, que conlleve la gestión de una carga ambiental asumible, que permita, por ejemplo, en relación con la energía, alinearnos con Kioto y con el post-Kioto.
Y, finalmente, en cuarto lugar, todo ello es posible si es económicamente asumible.Y puede ser así si tenemos en cuenta los siguientes aspectos:
a. Los sobrecostos estimados para implementar medidas de ecoeficiencia están entre el 5% y el 10% del coste de construcción, esto es, en torno al 2% del precio de venta.
b. Si promovemos que no se produzca una merma sustancial del volumen de negocio, al tiempo que debería reorientarse los esfuerzos hacia sectores más competitivos.
c. Si procuramos ahorros en consumos y emisiones que justifiquen aquellos sobrecostos.
d.Y, en cuanto al propio sector de la edificación, a los promotores y constructores, se requeriría, y ya lo han empezado a hacer, actuar en diversos frentes: diversificando el negocio, invirtiendo en sectores afines y otros nuevos, que puedan generar empleo, quizás no tan masivo y que precisaría una mayor especialización; abriendo nuevos mercados; e incrementando la actuación sobre el stock edificatorio existente, lo que contribuiría además, si a ello se le da una correcta orientación, a mejorar el comportamiento medioambiental del mismo y a corregir los efectos que, sobre el empleo, pueda generar dicho cambio de tendencia.
Conclusiones
1.El desarrollo del país de los últimos diez años está condicionado por el boom inmobiliario y la especulación urbanística.
2.La ineficiencia social del proceso especulador con relación al acceso de la vivienda y la economía familiar resulta bochornosa.
3.Los datos disponibles sobre la carga ambiental, el consumo de recursos y la generación de emisiones actuales, en el ciclo de vida edificatorio, son extraordinariamente preocupantes.
4.Las referencias “tendenciales” (mantenimiento de las dinámicas actuales al año 2021) resultan totalmente inasumibles.
5.La introducción de lógicas sostenibles en el sector edificación requiere la confluencia de tres condiciones básicas –autocontención, ecoeficiencia y complicidad de los actores intervinientes en el proceso edificatorio–; dos líneas de trabajo –la obra nueva y el stock edificado–; y una nueva lógica, la gestión de los límites de una carga ambiental asumible.
6.Mediante la combinación de las tres condiciones y las lógicas de sostenibilidad citadas, es posible reconducir de forma más satisfactoria y a medio plazo (escenarios al año 2021) el comportamiento ambiental de la edificación.
7.Aplicar las medidas de sostenibilidad en la edificación es económicamente asequible.
8.Lógicamente, la relación entre edificación y modelos urbanos es fundamental de cara a la sostenibilidad de ambas.
9.Avanzar seriamente hacia criterios de sostenibilidad en la edificación requiere impulsar conocimiento, liderazgo institucional y pacto político y social a corto, medio ylargo plazo.
10.La variable tiempo se ha convertido en una cuestión fundamental con relación a la sostenibilidad en general y de la edificación en particular.
Luis Álvarez-Ude Cotera
Arquitecto. Autor de uno de los dos capítulos sobre España incluidos el Informe del Worldwatch Institute: “La Situación del Mundo 2007. Nuestro futuro urbano"