Según se sitúe la intervención en el antes de la generación del residuo (PREVENCIÓN) o en el después de la generación del residuo (GESTIÓN) el análisis y las conclusiones resultan no ya diferentes, sino en muchos casos incluso antagónicas. Aunque la realidad volvería a contradecirnos. Si bien es cierto que cada una de las partes interesadas en el problema (empresas, administración, sociedad civil) incide más en una u otra perspectiva, el debate no se suele establecer como una disyuntiva sino como una proposición ¿Cómo acotar el problema?
Primer paso: TRANSPARENCIA
Si bien puede considerarse que es posible una rápida accesibilidad a la información en materia de residuos conectando a las web del MMA, INE y CC AA, la organización y distribución de la información obliga a una navegación árida. Expresado coloquialmente: puedes ir “de ventanilla en ventanilla”, si sabes qué preguntar (sí falla la pregunta vuelta al principio).
En general, los datos se presentan muy agrupados y con indicadores estadísticos centrados sólo en aspectos de gestión (producción, tratamientos). Así mismo, los datos disponibles se presentan con mucho retraso (en el 2004 los últimos datos “oficiales” corresponden al 2002). Este hecho, junto al desconocimiento de criterios de recopilación y tratamiento los hace no comparables con otras fuentes (UE, Comunidades Autónomas, Empresas). Además, si intentamos la comparación de datos globales según fuentes, encontramos diferencias significativas que, junto a la dificultad de la comparación, las convierte en poco fiables.
Segundo paso: CREDIBILIDAD
En una relación efectiva entre partes, la credibilidad de cada una de ellas ha de estar afianzada/aceptada por todas.
Resulta más creíble quien mayor capacidad (poder) detenta en la gestión del conflicto. Hoy por hoy quien detenta la máxima capacidad son las diferentes administraciones del Estado (general, autonómica, local), puesto que en ellas recae la capacidad de legislar, planificar y controlar. El problema es que una administración no transparente tampoco resulta creíble. Como tampoco resulta creíble una empresa que actúa desde la opacidad informativa.
Tercer paso: CONFIANZA
Crear un “ambiente de confianza” no es una responsabilidad “básicamente de la otra parte”. Lo que resulta esencial es que cada una de las partes reconozca a las otras como iguales; cuyos intereses, aunque contrapuestos, resultan igualmente legítimos. Y la aceptación como esencia de la confianza de que las diferentes perspectivas y opiniones forman parte de la solución, y no que la solución se sustenta (en esencia) en una de las perspectivas.
Partiendo de estas premisas nosotros acotaríamos el problema, no en la falta de prevención en la generación de residuos, no en las disfunciones en la gestión, sino fundamentalmente en la ausencia de estrategias de consenso y consensuadas ante la problemática de los residuos.
Más información:
ISTAS
Miquel Crespo
micrespo@istas.ccoo.es