El Departamento de Medio Ambiente en Cataluña del sindicato CC.OO. ha acordado con la empresa CEPSA la introducción de experiencias pilotos en varias gasolineras urbanas del Estado español, dos en la ciudad de Barcelona, con el fin de adaptar los surtidores de gasolina a los modelos existentes en la mayoría de países de la Unión Europea, México y EE.UU.
Los usuarios, trabajadores y vecinos son sometidos a un peligro de absorción de benceno, principalmente por vía respiratoria y subcutánea, cada vez que se resposta gasolina. Al abrir el tapón, inmediatamente emanan vapores de gasolina y, en la medida que el combustible llena el depósito, se libera una cantidad significativa, lo que representa una grave amenaza para nuestra salud, especialmente para las personas sensibles.
Los surtidores que recuperan vapores de gasolina disponen de un componente mecánico que succiona los vapores del tanque del vehículo, y son asistidos por vacío mediante una bomba.
Se sabe por la Administración local francesa que una gasolinera media envía (sin este sistema de recuperación de vapores) a la atmósfera en torno a 4 toneladas al año, de las cuales 3,2 podrían recuperarse de disponer de las técnicas necesarias que existen en el mercado europeo. En México D.F., gracias a la instalación de la recuperación de vapores durante la descarga de combustible de los camiones cisternas (fase 1), o en el llenado de los depósitos de los vehículos (fase 2), se ha conseguido evitar la liberación a la atmósfera de 1.000 toneladas diarias de combustible. De una pérdida de un 5% por evaporación de gasolina se ha logrado llegar a tan sólo un 0,5%.
El Estado español presenta un enorme retraso en la introducción legal de la recuperación de vapores de gasolina (fase 2). Resulta sorprendente comprobar que todos los países de nuestro entorno, como Francia, Italia, Portugal, además de Alemania, Austria, Reino Unido, Luxemburgo y Suecia, disponen de legislación y la aplican.
Recordemos que la gasolina es un compuesto orgánico volátil, que tiene en torno a 236 compuestos diferentes, siendo el benceno el más peligroso de todos ellos, pues es cancerígeno y mutágeno y puede causar leucemias y alojarse en órganos vitales de nuestro organismo, como el hígado.
En Europa mueren más personas por la contaminación atmosférica que por accidentes de coches. La Agencia Europea de Medio Ambiente ha afirmado recientemente que en las grandes ciudades europeas unas 60.000 muertes al año están causadas por la exposición prolongada a los efectos de la contaminación. La comisaria europea de Medio Ambiente, Margot Wallström, sostiene que en comparación con hace tan sólo 30 años, el número de niños que padecen asma y otras tantas alergias ha aumentado espectacularmente.
Otros dos problemáticas que caracterizan las gasolineras son el riesgo de explosión y la contaminación del subsuelo. En el primer caso, cabe recordar que el pasado 6 de julio, al menos 200 personas resultaron heridas por la explosión accidental de una gasolinera en el centro de Ankara, cuando un camión cisterna descargaba combustible. La situación fue comparada a un terremoto, siendo las manifestaciones del primer ministro Erdogan favorables a la supresión de estas instalaciones del centro de las ciudades.
Respecto a la contaminación del subsuelo, decir que el Dr. Damià Barceló (CSIC), entre otros investigadores, ha estudiado la contaminación de acuíferos por gasolineras en el área metropolitana de Barcelona. En concreto se han encontrado sustitutivos del plomo de las gasolinas (MTBE) en aguas subterráneas, permaneciendo largo tiempo y resultando poco probable su rápida biodegradación.
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Toni Oller Castelló
Coordinador de Medio Ambiente, CONC
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