Energías renovables, algo más que palabras

Hace unas semanas, Madrid acogía la Conferencia Eólica Europea (EWEC 2003); sin duda, el acontecimiento más importante en torno a las energías renovables que se haya celebrado hasta ahora. En esta cita ha quedado de manifiesto que la eólica va a ser uno de los pilares fundamentales del aprovisionamiento energético a medio plazo pese al escepticismo de muchos y los intereses de otros.

España se ha convertido en la segunda potencia mundial en el aprovechamiento del viento como fuente de energía con los cerca de 5.000 MW instalados que nos permiten evitar la emisión de casi nueve millones de toneladas de CO2 a la atmósfera y la importación de 1,3 millones de toneladas equivalentes de petróleo, además de crear 47.000 puestos de trabajo entre directos e indirectos.

Estos datos deberían, por sí solos, ser un estímulo para renovar los esfuerzos en el desarrollo de esta tecnología y del resto de las renovables que se encuentra bien lejos de los objetivos –modestos, por otra parte– marcados para el 2010 y el 2011 por el Plan de Fomento de las Energías Renovables y el Plan de Infraestructuras Eléctricas, respectivamente. Bien al contrario, nos encontramos con que el éxito relativo de la eólica ha hecho más fuerte la resistencia de sectores convencionales que ven afectados sus intereses particulares; ha creado además recelos en ciertos grupos que, cuando la eólica era sólo una alternativa, reclamaban su desarrollo y ahora pretenden paralizarla porque es un negocio; y a los responsables políticos les sirve para conformarse y señalar que las cosas van bien cuando en realidad está casi todo por hacer. En efecto, la minihidráulica está paralizada, la biomasa no tiene perspectivas de despegar, la fotovoltaica está infrautilizada pese a tener una industria puntera en el ámbito mundial y la eólica tiene por delante el camino más difícil por recorrer con emplazamientos con menos horas y unos gastos de promoción mucho más elevados.

Mientras tanto, todos seguimos llenándonos la boca de elogios a las renovables sin apenas dar pasos concretos. La implantación de las energías renovables tiene que ser algo más que palabras, es asumir que estamos, ni más ni menos, en un proceso de cambio de modelo energético. Debemos poner fecha de caducidad a los combustibles fósiles que tanto daño causan al medio ambiente y que suponen una tremenda dependencia exterior y actuar en consecuencia para construir un modelo energético sostenible basado en el ahorro, la eficiencia y las renovables. Con hechos, con acciones positivas, no sólo con palabras.

Sergio de Otto
Director de Comunicación Asociación de Productores de Energías Renovables-APPA

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