En los diez años transcurridos desde Río, a pesar del avance de la conciencia ambiental y de numerosas e interesantes iniciativas, el medio ambiente ha seguido deteriorándose y la desigualdad social ha crecido. Una de las principales causas de ambos fenómenos es la globalización, empujada por la Organización Mundial del Comercio, cuyos efectos adversos han sido muy superiores a las oportunidades. El presidente de Sudáfrica y de la Cumbre, T. Mbeki, caracterizó esta realidad como una nueva forma de apartheid, en este caso social.
La Cumbre de Johannesburgo debería haber servido para reorientar esta globalización, de manera que en vez de ser pilotada por los intereses comerciales, dichos intereses quedaran supeditados a la construcción de un mundo justo y sostenible. O, al menos, debería haber establecido un equilibrio entre comercio y sostenibilidad, entre la OMC y la ONU, y entre los pilares económico, social y ambiental del desarrollo, para que se corrigieran los aspectos más adversos de la globalización.
Pero no ha sido así: en Johannesburgo se impusieron los intereses del mercado y las reglas de la OMC, a cuyo proceso se pretenden supeditar las cuestiones sociales y ambientales.
La Cumbre ha tenido también otras decepciones, particularmente en dos campos muy relacionados: el medio ambiente y la erradicación de la pobreza. Los países desarrollados se negaron a incrementar un solo céntimo sus aportaciones de ayuda al desarrollo. Tampoco se acordaron objetivos ni plazos para las energías renovables, ni la mejor posibilidad de acceso a la energía eléctrica para los 2.000 millones de pobres que no lo tienen.
EL ESPÍRITU DE RÍO SOBREVIVE
Sin embargo, no todo ha sido negativo, en gran parte debido a la presión de la sociedad civil, muy activa y compuesta por un gran numero de organizaciones sociales, sindicales y ecologistas.
Así, se han logrado reafirmar los Principios de Río y la Agenda 21 y establecer algunas fechas: 2015 para llevar el agua potable a la mitad de los 1.100 millones de personas que no tienen y saneamiento a la mitad los 2.000 que tampoco lo tienen; 2020 para minimizar la producción y uso de sustancias tóxicas. Aunque no hay compromisos claros para mantener la biodiversidad, ni el conjunto de los recursos pesqueros, se crearan áreas marinas protegidas. La ratificación del Protocolo de Kioto queda asegurada después de que Canadá y Rusia hayan reafirmado su voluntad de ratificación.
En el campo económico, lo más importante es el compromiso, sin fecha, de eliminar y reformar los subsidios que inciden negativamente sobre la sostenibilidad.
LA IRRUPCIÓN DE LO SOCIOLABORAL
En el campo social y laboral, lo más destacable es que por primera vez esta cuestión entra en la agenda, que hay un compromiso para reducir los accidentes y enfermedades laborales y que se reconoce el papel de la Organización Mundial del Trabajo, aunque con resistencias a reconocer plenamente sus convenios y los estándares laborales básicos.
En cuanto a las empresas, se promocionará la responsabilidad corporativa, social y ambiental, a través de un sistema de rendimiento de cuentas.