A lo largo de todas las negociaciones se fueron formando distintos grupos de presión que defienden, en teoría, intereses comunes. Son estos:
El grupo JUSCANZ (Japón, EEUU, Canadá, Australia y Nueva Zelanda) se ha resistido a una reducción de emisiones porque son grandes productores y grandes consumidores de combustibles fósiles. Su cohesión se vio afectada por la salida de EE.UU. del Protocolo, que le ha parecido excesiva a los demás. Son los países más significativos del grupo Paraguas, que incluye también a los países desarrollados no europeos.
La Unión Europea ha mantenido posiciones más responsables y avanzadas. La UE es más partidaria de la reducción de emisiones no sólo por sensibilidad ambiental, empujada por los movimientos verdes y ecologistas muy activos en Europa, sino también por intereses económicos y tecnológicos: produce menos combustibles fósiles (carece de petróleo y casi ha desmantelado la industria del carbón); cuenta con una infraestructura industrial más eficiente y ha reducido significativamente las emisiones en los países del Este; además, el desarrollo de energías renovables y métodos de ahorro energético le resulta tecnológicamente interesante.
G77 + China es el grupo que reunía a los mal llamados países “en vías de desarrollo”. Son los países menos industrializados que quieren una reducción de las emisiones, pero exigen que sean los países industrializados los que reduzcan, ya que contribuyen más a la expulsión de gases invernadero a la atmósfera. Este grupo tampoco es homogéneo y dentro de él hay países que apoyan los criterios de unos u otros bloques de los países industrializados.
El grupo de los países islas, la AOSIS, que agrupa a pequeños estados insulares, sobre todo del Pacífico que en esto se juegan su propia existencia. En la COP6 de La Haya, los pueblos indígenas también aparecieron como grupo para defender los intereses de sus tierras.
Pero el golpe más duro que sufrió el Protocolo fue la decisión de la Administración de George Bush de sacar a EE.UU. del mismo. Con el argumento de que afectaría negativamente a su economía, la salida de EE.UU. estuvo al borde de llevar las negociaciones al fracaso durante la COP6.