La explosión el 21 de septiembre en la fábrica AZF (Toulouse), que ha provocado 29 muertos y más de 1000 afectados, ha sido el siniestro más grave registrado en una fábrica química francesa y uno de los más trágicos en el sector químico mundial, tras el accidentes de Seveso (Italia 1976), que obligó a revisar la legislación comunitaria, y el desastre de Bhopal (India 1984) que se cobró 3.700 de vidas y que afectó a más de 200.000 personas. Los sindicatos europeos exigen medidas para que algo así jamás vuelva a repetirse. La explosión de esta fábrica de abonos químicos equivalió a un seísmo de 3,4 en la escala Richter y se hizo sentir en un radio de más de 15 kilómetros. Pero al margen de esto, el mayor temor fue la toxicidad de la nube, ya que en la planta de AZF se almacenaban 6.300 toneladas de amoníaco líquido, 100 toneladas de cloro, 6.000 toneladas de nitrato de amonio sólido, 30.000 toneladas de abono sólido y 2.50 toneladas de metanol. Fue precisamente un almacén que guardaba 300 toneladas de nitrato de armonio lo que saltó de un golpe y provocó el desastre. La fábrica AZF se encuentra entre los 1.200 enclaves industriales franceses que presentan riesgos graves para el medio ambiente en caso de accidente y que, por tanto están sujetos a la directiva llamada Seveso, la norma impulsada tras el accidente de la ciudad italiana. Previamente a la apertura de una instalación de este tipo, es necesario presentar a la administración un amplio estudio sobre los riesgos que comporta, así como las medidas preventivas que deben ser tomadas. El que esta fábrica “cumpliera” con la normativa, hace que los sindicatos europeos, a través de la red sobre riesgo químico de la Confederación Europea de Sindicatos, exigieran medidas y emitieran el siguiente comunicado que se expone en el recuadro. Más información:
Estefanía Blount
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