A lo largo del último medio siglo, la estrategia de “guerra química” contra las plagas agrícolas no ha dado buen resultado. Y ello porque el control de plagas no es un problema químico, sino ecológico. La utilización de grandes cantidades de agrotóxicos de amplio espectro acaba, al final, fracasando y creando varios nuevos problemas por cada uno que resuelve. Urge por eso un cambio de estrategia: el objetivo no debería ser eliminar los patógenos con biocidas (que al mismo tiempo contaminan el medio ambiente y envenenan a los seres humanos y los demás animales), sino recuperar el equilibrio de los agroecosistemas.
La biodiversidad es el “seguro de vida” de la vida: a mayor diversidad, mayor capacidad de autorregulación del ecosistema. Por eso la diversidad es generadora de estabilidad. La biodiversidad es la mejor protección contra plagas y enfermedades, en los ecosistemas naturales tanto como en los agroecosistemas.
UNA EXPERIENCIA CON CULTIVOS DE ARROZ
Este principio agroecológico se ha visto corroborado espectacularmente por una investigación reciente en la provincia de Yunán (China), de la que se ha hecho eco la prestigiosa revista Nature:
Sencillamente plantando dos variedades de arroz en surcos intercalados, una variedad estándar de tallo corto no susceptible a la peor enfermedad del arroz (el tizón o anublo) y otra variedad de tallo más largo y mucho más apreciada, pero altamente susceptible a la enfermedad, los agricultores obtuvieron una enorme reducción de la enfermedad fúngica (sólo afectaba al 1% del arroz de tallo largo, frente al 20% aquejado de la misma en los monocultivos de control) y un notable incremento de los rendimientos (para producir la misma cantidad de arroz que una hectárea de cultivo mixto hacían falta 1,18 hectáreas de monocultivos), todo ello sin emplear agrotóxicos (en producción convencional, el control del tizón del arroz hubiera requerido caros y dañinos fungicidas).
En términos económicos el resultado era aún mejor para los campesinos: dado el mayor valor de mercado del arroz de tallo largo, el dinero obtenido por la producción de una hectárea era un 14% superior al monocultivo de arroz estándar de tallo corto y un 40% superior al monocultivo de arroz de tallo largo.
No hay ningún misterio en estos fenómenos: el arroz estándar de tallo corto, no susceptible a la infección del hongo, actúa como una barrera para la difusión de sus esporas, protegiendo al otro arroz. Por otra parte, el arroz de tallo largo, descollando por encima de la otra variedad, disfruta de mejores condiciones de insolación y ausencia de humedad, lo que reduce adicionalmente la incidencia de la enfermedad. La recogida manual del arroz en Yunán facilitaba la cosecha de las dos variedades por separado.
La difusión “boca a boca” de estos resultados ha conducido a que, antes incluso de la conclusión de los experimentos agronómicos, decenas de miles de campesinos hayan adoptado el sistema de cultivos mixtos de arroz en esta provincia china. La extensión de los policultivos ha superado los 100.000 acres en sólo dos temporadas.
Hay resultados igualmente interesantes con cultivos mixtos de cebada en Europa, café en Colombia, trigo en EE.UU., sauces en Inglaterra...
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