La subida de los carburantes que se ha producido en los últimos meses ha abierto un gran debate acerca de su precio y de cómo este está afectando a determinados sectores (agricultores, pescadores y transportistas). Pocas voces, sin embargo, han señalado en este debate que la fiscalidad española sobre los productos petrolíferos es una de las más bajas de la Unión Europea y que, por contra, nuestra dependencia energética es muy elevada (70%) si la comparamos con la media europea (50%).
Se echa en falta medidas políticas, por una parte, y una actitud ciudadana, por otra, encaminada a abordar de manera más seria los problemas económicos y geopolíticos que genera esa dependencia y la persistencia de un despilfarro energético que ni el país ni el medio ambiente se pueden permitir.
Todos los indicadores del transporte están desbocados: el consumo de combustibles creció en 1999 mucho más que el PIB (un 12,5% la gasolina sin plomo y un 8,5% el gasóleo A y B) y el parque de turismos aumentó en 1.407.200 vehículos respecto de 1998, mientras la mitad de los desplazamientos en vehículo privado sigue siendo de menos de tres kilómetros. Además de medidas de racionalización del transporte y de eficiencia en el uso de la energía en todos los sectores, que deberían formar parte de un auténtico programa de ahorro elaborado y fiananciado por el Gobierno, va siendo hora de plantearse de una manera más decidida la producción y el uso de los llamados “biocarburantes”.
Estos biocarburantes, que se encuentran incluidos dentro del ámbito de las energías renovables, son fundamentalmente el Bioetanol (alcohol etílico obtenido a partir de ciertos cereales que se utiliza como aditivo de las gasolinas sin plomo, en vez del MTBE derivado de combustibles fósiles) y el Biodiesel (derivado de aceites vegetales - girasol- y sustitutivo del gasóleo en vehículos, calefacciones o maquinaria diversa). En el Plan de Fomento de las Energías Renovables elaborado por el IDAE se contempla un incremento de 500.000 tep (toneladas equivalentes de petróleo) en el 2010 para estos Biocarburantes. Especial interés tendría la producción de biodiesel a partir de aceites fritos que constituye un residuo doméstico de importante carga orgánica. El volumen de producción de estos aceites vegetales usados está en torno a 750.000 Tn/año.
No cabe pensar a corto plazo en una sustitución importantes de los combustibles fósiles por estos más ecológicos, pero si cabe introducirlos de una manera más decidida. Esto supondría una disminución de las emisiones contaminantes, una reducción de nuestra dependencia energética (ya que su producción derivaría de residuos o recursos agrícolas propios) y la creación de un notable yacimiento de empleo.