Sin negar los beneficios que los productos químicos han aportado a la humanidad, el principal problema en la actualidad es la presencia, cada vez mayor, en cantidad y diversidad de sustancias químicas cuyos riesgos para la salud y el medio ambiente son desconocidos o no suficientemente conocidos y evaluados. El NECS (Inventario Europeo de Sustancias Químicas Comercializadas Existentes) cuenta con más de 100.000 registros y cada año se incorporan varios cientos más.
En Octubre de 1998, la Agencia Europea de Medio Ambiente (AEMA) y la Oficina Regional para Europa del PNUMA (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente) publicaron un informe conjunto en el que se constataba que, aunque existe un marco legal muy desarrollado, en la realidad se dan las siguientes circunstancias:
A menudo, la normativa y la investigación toxicológica aparecen tras algún suceso especialmente dramático. Hechos recientes como los del vertido tóxico de Aznalcóllar, el envenenamiento por dioxinas de los pollos belgas o la desconocida contaminación de las botellas de Coca Cola, además de incrementar la alarma social han incentivado un mayor control y un esfuerzo normativo importante. No obstante, y a pesar de las denuncias de las organizaciones comprometidas en la defensa de la salud y/o del medio ambiente, las respuestas institucionales para reducir el impacto medioambiental de estos productos son absolutamente insuficientes. Incluso cuando se suscriben acuerdos, tratados o convenios internacionales, éstos tampoco se implementan. Por ejemplo, los compromisos sobre la reducción de emisiones de gases responsables del efecto invernadero o el Convenio para la protección del Mediterráneo, no han ido acompañados de disposiciones legales o planes de actuación que garanticen el cumplimiento de sus objetivos. Por otro lado, de forma generalizada existe un escaso cumplimiento de la normativa ambiental existente.
Ante esta situación, el papel de los trabajadores y las trabajadoras es muy importante. La actividad industrial es la actividad humana que más productos tóxicos y contaminantes produce. Y es en los centros de trabajo donde los trabajadores/as, sus representantes y las organizaciones sindicales cuentan con la mayor capacidad para actuar porque ocupan un papel central en la utilización de productos peligrosos, porque disponen de derechos reconocidos de información, acción y participación en la empresa y, fundamentalmente, por que aúnan el interés colectivo por la salud laboral, la salud pública y la defensa del entorno medioambiental, patrimonio de toda la sociedad.
El objetivo de este número especial de Daphnia es proporcinar un mayor conocimiento para apoyar actuaciones en las empresas asociadas a la identificación y eliminación de productos que dañan la salud y deterioran el medio ambiente. En cualquier caso, como siempre, frente a cualquier actuación sindical se ofrece el máximo apoyo y asesoramiento por parte del sindicato.
GUÍA DE TÓXICOS
Próximamente se editará desde el Departamento Confederal de Medio Ambiente una traducción al castellano de la lista de productos peligrosos para la salud y para el medio ambiente elaborada y utilizada por el Gobierno sueco, que se considera puede servir como una referencia más para la identificación de productos ecotóxicos en las empresas.
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