Las voces a favor de las energías renovables son un eco sostenido en la sociedad europea, lo que quizás nos lleve a acostumbrarnos a ese ruido de fondo y no actuemos para afianzar ese desarrollo que ciertamente estamos viviendo.
La creencia más generalizada es que las renovables son una solución a los problemas ambientales. Pero es sólo una parte de sus méritos. Los compromisos apuntados en Kyoto llevan a los países de la Unión Europea a reducir en promedio para el año 2.010 un 8% sus emisiones de CO2 en referencia a las correspondientes de 1.990. Las vías para cumplir con este compromiso son: el ahorro y uso eficiente de la energía, una mayor utilización del gas natural en el esquema energético, y una participación de las energías renovables de un 12% en el abastecimiento de energía primaria.
Pero una reflexión que se quiere añadir aquí es la de la disponibilidad de recursos energéticos en el futuro, no sólo en nuestro entorno -España es uno de los países europeos con mayor dependencia del suministro externo de energía primaria, más del 70% del total que consumimos- sino sobretodo en el Tercer Mundo, donde las capacidades de compra de hidrocarburos son escasas. Aquí está la clave de la cuestión: las energías renovables son y serán necesarias para la sostenibilidad medioambiental, pero sobretodo para el desarrollo social de este, cada vez más pequeño, planeta Tierra.
Las renovables nos permiten obtener electricidad de forma limpia. Pero nuestro mayor consumo de energía se localiza en los combustibles de uso directo, en particular en los derivados del petróleo utilizados para automoción. Los biocombustibles líquidos han de ser una apuesta básica del desarrollo en estas energías.
Hemos de recordar que las energías renovables son un buen sistema de desarrollo de empleo y además esto se hace de forma distribuida, tal cual se nos presentan estas energías. Biomasa y solar pueden ser dos grandes fuentes de empleo.
En España surgen voces que demandan más esfuerzo en I+D y creo que tienen razón al pedirlo. Uno de los campos de actuación es y ha de ser con mayor intensidad, el de las tecnologías en energías renovables. Caminamos hacia tener un órgano de primer nivel administrativo en investigación, en él han de encajar de forma prioritaria las actividades que se unen a las áreas de demanda social.
La industria de las energías renovables corresponde a las pequeñas y medianas empresas y éstas son un componente básico del tejido industrial español. La prueba está en que nuestra posición en el mundo en el área de diseño y fabricación de equipos para energías renovables (aerogeneradores, sistemas fotovoltaicos, etc.) está muy destacada respecto a lo que representan otras industrias de bienes de equipo tradicionales.
Es así como se ve la necesidad de un compromiso en el desarrollo de las renovables, desde los conceptos de energía limpia y autóctona, desarrollo industrial y creación de empleo.
Emilio Menéndez Pérez
Dr. Ingeniero de Minas