A lo largo de las últimas décadas han ido creciendo de manera imparable tanto las necesidades de transporte en las ciudades como el uso de vehículo privado para resolverlas. El resultado de este fenómeno, tal como reconocen muchas autoridades y expertos, es una situación próxima al colapso.
Las implicaciones medioambientales y sociales de ello son de gran trascendencia. El transporte representa un 28% de las emisiones de CO2 que contribuyen al calentamiento terrestre y se prevé que en el 2010 aquel aumente un 73%. La contaminación atmosférica en el medio urbano procedente del transporte supone el 80% de las emisiones de monóxido de carbono, casi el 100% de las de plomo y el 60% de los óxidos de nitrógeno. La contaminación acústica y la ocupación de espacio de los propios vehículos y de las infraestructuras que los soportan deterioran significativamente las condiciones de habitabilidad de las ciudades y, por tanto, la calidad de vida de los/as ciudadanos/as.
El sindicato es consciente, además, de que el excesivo uso del coche en el caso de los desplazamientos al centro de trabajo supone un elevado coste económico para los/as trabajadores/as , en muchos casos una importante pérdida de tiempo (atascos) y siempre incomodidades, aumento del stress y riesgo de accidentalidad. Desde el Departamento de Medio Ambiente hemos promovido, junto al IDAE y la UGT, iniciativas de movilidad alternativa en el transporte al trabajo en algunas empresas. Derivada de estas experiencias disponemos de una Guía de actuación sindical que trata de orientar sobre el necesario cambio de pautas a este respecto (esta Guía se puede conseguir gratuitamente llamando al 91 319 76 53).
Las causas de esta situación se encuentran en la generalización de un modelo urbanístico basado en concentraciones urbanas con gran dispersión residencial y en el incremento espectacular del parque de turismos y de las infraestructuras viarias para la circulación de los mismos. Estas tendencias son tan fuertes que, a pesar de la mejora de los servicios de transporte público, los problemas de congestión circulatoria no hacen sino crecer.
Poca gente niega ya la necesidad urgente de intervenir sobre este conjunto de problemas. En lo que se refiere al transporte urbano es necesario, en primer lugar, actuar sobre el origen y reducir, por tanto, las necesidades de desplazamientos evitando la deslocalización productiva y acercando las viviendas a los lugares de trabajo, de estudio o de ocio. Es lo que se denomina crear cercanía.
En segundo lugar hay que fomentar el uso de otros medios de transporte distintos del automóvil: el transporte público (autobús, cercanías o metro donde proceda), el uso de la bicicleta (ideal en climas benignos, creando las infraestructuras apropiadas -carriles bici, aparcamientos específicos-) o la fórmula novedosa del automóvil compartido (especialmente interesante en empresas de mediano o gran tamaño que permite el agrupamiento de trabajadores que viven próximos entre si). Es necesario moderar el uso del vehículo privado tanto en los desplazamientos urbanos regulares como en los viajes por motivo de ocio o de vacaciones. En un ambiente social influenciado por la publicidad en favor del automóvil y por su consideración como factor de autonomía individual y de triunfo social (si el coche es de gran cilindrada), las posibles medidas de autocontención de sus usuarios son extremadamente difíciles. Por ello es preciso una intervención activa de las autoridades locales abriendo los ojos sobre los problemas que genera y fomentando las soluciones alternativas, así como poniendo límites y pacificando el tráfico en el interior de las ciudades.
Presentamos en este dossier algunas iniciativas que pueden contribuir a esta moderación en el uso del automóvil: la realización del “Día sin coches” el 29 de abril de este año en algunas ciudades del Estado español. Se trata de iniciativas que sirven para llamar la atención ciudadana sobre los efectos del abuso del coche y para poner de manifiesto la viabilidad y conveniencia de las alternativas a su uso.
En tercer lugar, es preciso que se introduzcan los combustibles no contaminantes basados en la biomasa y que se reduzcan los consumos de gasolina con vehículos más eficientes. A este respecto, hemos creído oportuno informar sobre la presentación del SMILE de Greenpeace. Se trata de un coche cuyo consumo de combustible es la mitad de lo habitual en uno de sus características, con lo que lógicamente se reduciría la contaminación atmosférica. Aunque como bien dice Greenpeace esta propuesta es sólo la “mitad de una política de transporte aceptable para el futuro. La segunda mitad es también posible: reducir a la mitad los kilómetros recorridos o el número de vehículos necesarios”.