En el caso de los pollos belgas contaminados de dioxinas ha provocado un síndrome sobre la seguridad alimentaria en Europa de impacto mundial. Los trabajadores son víctimas en tanto que consumidores y en tanto que colectivo más vulnerable ante la crisis que azota al sector tras cada escándalo. De nuevo se demuestra que una producción limpia (sin tóxicos como las dioxinas) es la mejor garantía para que todos los procesos, incluidos los alimentarios, sean limpios. Publicamos la reacción sindical del sindicato mundial de trabajadores de la alimentación (UITA) a través de su portavoz regional en Latinoamérica. La Unión Europea y el mundo todo se encuentran conmocionados por el llamado “Chickengate”, el caso de los pollos contaminados con dioxinas recientemente ocurrido en Bélgica. Casi simultáneamente, el gobierno de Bélgica procedió a retirar del mercado todos los productos de la compañía Coca-Cola (unos 18 millones de botellas y latas) luego que 90 jóvenes de las ciudades de Brujas y Amberes experimentaran diversos malestares luego de ingerir los productos. Estos lamentables (aunque previsibles) accidentes, se suman al también reciente escándalo de las “vacas locas”. El tema de las dioxinas, tiene sus antecedentes en la ciudad estadounidense de Virginia en 1949, cuando un derrame llevó a contaminar los alimentos. En 1971, en Times Beach (Missouri, EE.UU.) se regaron las calles con aceites industriales fabricados por Monsanto y la ciudad fue finalmente evacuada en 1982. En 1976, en Seveso (Italia) se produjo una fuga en una fábrica de productos derivados del cloro de la firma Hoffman–LaRoche. Pero el caso que más permanece en la memoria colectiva es el del “agente naranja” con dioxinas, utilizado por los EE.UU. en Vietnam. El “agente naranja” todavía se aplicaba en las plantaciones estadounidenses cuando comenzó a ser utilizado en la guerra. Se estima que en los años sesenta nacieron en Vietnam 500 mil niños deformes como consecuencia del “agente naranja”. Los soldados estadounidenses también sufrieron las consecuencias y algunos de ellos iniciaron un juicio contra las siete empresas que fabricaban el producto. ¿QUÉ SON LAS DIOXINAS? Ciertos procesos de incineración las generan, al igual que algunos procedimientos químicos industriales. Los aceites para lubricar motores las contienen, así como los herbicidas elaborados a partir del cloro y los PCBs de los transformadores eléctricos (que parece ser la fuente de contaminación de los pollos). La dioxina es una familia de 278 isómeros de los cuales la más peligrosa es la “2,3,7,8 tetracloro-dibenzo-dioxina”, más conocida como TCDD. La Organización Mundial de la Salud estima que una dosis de TCDD superior a cuatro picogramos (millonésimo de millonésimo de gramo) por día y kg. del consumidor tiene “efectos sutiles” en los sistemas inmunológico, endocrino y reproductivo. En los pollos belgas se encontraron 750 picogramos de dioxina por cada gramo de grasa. El Centro de Investigación sobre el Cáncer de Francia, clasificó a la dioxina como sustancia cancerígena para humanos en 1997. La dioxina posee tres características que la vuelven muy peligrosa en la cadena alimentaria. En primer lugar no son biodegradables, lo que les permite tener gran resistencia en el medio. En segundo lugar son bioacumulables y, tercero, son lipofílicos, vale decir que tienen capacidad para acumularse en la grasa de los seres vivos, lo cual aumenta su concentración en la cadena alimentaria. LA POSICIÓN DE LOS TRABAJADORES Toda organización afiliada a la UITA acepta y se compromete a respetar los Estatutos de la misma, que en el capítulo concerniente a los principios establece que la producción, la preparación y distribución de alimentos y artículos de consumo representan un servicio social, esencial a la comunidad. Es responsabilidad del movimiento obrero y, en primer lugar, de los trabajadores de la alimentación y afines, garantizar la utilización de los recursos en productos alimentarios de que dispone el mundo, en beneficio del interés general, en lugar de favorecer los intereses de minorías, públicas o privadas. Nosotros, trabajadores de la alimentación y la agricultura hemos renunciado al sabotaje y la chapucería como medida de lucha gremial. También nos esforzamos por preservar la calidad de los alimentos, comenzando por el inicio de la cadena alimentaria en la agricultura. Las campañas contra los agrotóxicos y el manejo irresponsable de los mismos han ocupado nuestra atención, hoy centrada en la contaminación provocada por Delta & Pine en Paraguay, donde quizá nos encontremos frente al primer derrame biológico ocurrido en el mundo. Al mismo tiempo estamos empeñados en alertar a la opinión pública sobre los peligros (ecológicos y políticos) que pueden provocar los organismos genéticamente modificados. Con esas credenciales, nos sentimos con el derecho de declarar y alertar que: Enildo Iglesias
Secretario Regional UITA.ÁREAS TEMÁTICAS
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