En 1996 algunos miembros de las juventudes de la DGB (Deutsche Gewerkschaftsbund, Unión Sindical Alemana), en el curso de unas jornadas sobre medio ambiente, decidieron que había que hacer algo más que hablar. ¿Y por qué no empezar poniendo algo de orden en la propia casa? Tras convencer de las bondades ecológicas de la electrificación solar a los responsables de la sede del sindicato en Hamburgo (la Gewerkschaftshaus am Besenbinderhof), estos jóvenes sindicalistas, asociados con una empresa elegida por su razonable política ambiental y de empleo —Suntech—, han instalado sobre sus tejados células fotovoltaicas suficientes para producir 7300 Kw-hora cada año.
La instalación —de 10 Kw— fue presupuestada en unos 140.000 marcos (11,9 Mptas), la mitad de los cuales aportó la empresa eléctrica regional —HEW— como subvención habitual en tales proyectos; el sindicato proporcionó otros 60.000 marcos (5,1 Mptas), tomados de los ingresos que proporciona el aparcamiento subterráneo usado por los sindicalistas que van al trabajo en automóvil. También esto es interesante: aparcar no sale gratis, y aparcando el coche se contribuye a financiar la electrificación solar. Los restantes 10.000 marcos (850.000 ptas) se cubrieron con el trabajo de los activistas juveniles en la instalación.
Desde mayo de 1997 las células fotovoltaicas transforman la luz solar en electricidad. Dado que, con las tarifas eléctricas vigentes en Alemania, la DGB va a recibir aproximadamente un marco por cada kilowatio- hora producido, la inversión sindical se amortizará en ocho años... y a partir de ahí la electricidad solar, además de los beneficios medioambientales para todos —se evita la emisión de aproximadamente 5 toneladas de dióxido de carbono anualmente—, producirá beneficios crematísticos para la DGB de Hamburgo.
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Oliver Venzke
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