LOS IMPACTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO
El clima ejerce una gran influencia, no por cotidiana e inadvertida menos poderosa, sobre nuestras vidas y la Naturaleza. La fauna y la flora de cada lugar, el agua, los cultivos y, en último término, la manera de ser y la cultura de cada rincón del mundo, dependen, entre otros factores, del clima local. Las adaptaciones al clima dan lugar a distintos ecosistemas e influyen, incluso, en los sistemas socioeconómicos.
La influencia del clima es fácilmente perceptible en las actividades humanas basadas directamente en los ecosistemas, sobre las que descansa nuestra existencia y toda nuestra economía (agricultura, ganadería, silvicultura), y menos aparente, aunque igualmente importante en otras actividades como el turismo y otras industrias. Se comprende, por tanto, que el cambio climático pueda convertirse en el problema ambiental mas complejo y mas grave del próximo siglo.
La actividad humana está añadiendo un exceso de gases de invernadero a la atmósfera al quemar combustibles como el petróleo, el carbón y el gas, que contienen carbono. Las concentraciones de CO2 en la atmósfera a lo largo de los últimos 200 años han aumentado en casi una tercera parte, principalmente debido al empleo de combustibles fósiles y a la tala de bosques (la deforestación libera a la atmósfera el carbono almacenado en las plantas y los árboles de los bosques). Más de la mitad del efecto invernadero creado por el ser humano se puede atribuir al CO2 y mas de las tres cuartas partes de este CO2 procede de la producción y uso de los combustibles fósiles, es decir, del consumo de energía.
El Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), un foro internacional de científicos expertos en materia de clima, asesora a las negociaciones sobre el clima en los aspectos científicos y socioeconómicos del cambio climático. El IPCC editó un informe completo en 1990 y otro a finales de 1995. En dicho informe se afirma que si seguimos exactamente como hasta ahora, la concentración atmosférica de CO2 hacia mediados del próximo siglo será más de dos veces la que era antes de la revolución industrial. Según el IPCC, las temperaturas medias a nivel planetario aumentarán entre 0,80C y 3,50C desde ahora hasta el 2100 si se duplican las concentraciones atmosféricas de CO2. El aumento de las temperaturas será mayor en latitudes altas, y estará influido local y regionalmente por otros factores como la presencia de aerosoles. La velocidad del este calentamiento sería mucho más rápida que cualquiera experimentada durante la historia de la civilización (desde hace 10.000 años). El calentamiento no sería sino una manifestación más de un cambio climático generalizado (cambios en los patrones de precipitación, vientos, circulación atmosférica, o humedad del suelo).
Otro efecto directo y potencialmente catastrófico del calentamiento será la subida del nivel del mar (entre 15 y 95 cm para el 2100). Además de estos aumentos en la temperatura y el nivel del mar, los modelos climáticos prevén un aumento de la evaporación, aumentando la precipitación global y las lluvias torrenciales. Sin embargo, algunas áreas no experimentarán mayores precipitaciones, e incluso en donde llueva más puede disminuir la humedad del suelo debido a la mayor evaporación, con consecuencias muy graves.
Los efectos e impactos serán múltiples y complejos, y se producirán en muchos casos conjuntamente con otros problemas ambientales - contaminación, desertización, destrucción de la capa de ozono, destrucción de hábitats y pérdida de diversidad biológica-. Esto puede hacer que el impacto global sea mucho más grave que los impactos de cada una de los anteriores problemas considerados aisladamente.
Contradiciendo la imagen espectacular que a veces se da del problema en los medios de comunicación, las manifestaciones mas probables del cambio climático no serán catástrofes bíblicas, sino un empeoramiento en la situación ambiental y en el nivel de recursos que necesita el ser humano, especialmente en los países pobres. Este empeoramiento se sumará a las tendencias desintegradoras que son patentes en muchos países; las causas inmediatas de las catástrofes subsiguientes, tales como guerras, hambrunas y desplazamientos masivos se verán como políticas y sociales, pero la situación ambiental y el cambio climático habrán tenido una influencia decisiva.
La salud humana se verá afectada adversamente, especialmente en los países del sur, por el aumento de las enfermedades infecciosas. Los casos de malaria podrían sumar de 50 a 80 millones mas al año (con cientos de miles mas de muertos) en los próximos 100 años.
Además de los impactos anteriores, algunos de los problemas más serios en el futuro, pueden ser los más difíciles de prever, y pueden derivarse de una ruptura brusca y general de los equilibrios dentro de los ecosistemas que favorezcan a especies más adaptables (muchas de ellas insectos dañinos). El IPCC concluye que «el cambio climático global afectará la economía y la calidad de vida de ésta y de futuras generaciones ».
Para la península Ibérica, que tiene una especial vulnerabilidad frente a las sequías las previsiones climáticas para el próximo siglo son de un aumento de las temperaturas y de reducción de las precipitaciones medias anuales. Además de los ecosistemas, podrán verse afectados gravemente la agricultura, el turismo y muchas otras actividades industriales y económicas.
EN KIOTO HAY QUE TOMAR MEDIDAS
El cambio climático es un producto genuino -e inevitable- de una cierta forma de civilización -la nuestra- basada en un despilfarro enorme de energías contaminantes, un consumo desaforado de recursos naturales, y una despreocupación absoluta por la equidad y la justicia. Si bien existen paliativos a corto plazo dentro del sistema, es muy dudoso que el modelo anterior, cada vez mas rapaz y mundializado, pueda proponer soluciones a largo plazo para el cambio climático. En efecto, una política de protección del clima es incompatible con dos de los objetivos fundamentales del presente modelo: un crecimiento económico indefinido, y una economía globalizada basada en la expansión del transporte.
El Convenio sobre el Cambio Climático firmado en 1992 (con ocasión de la Conferencia de Rio) sólo señala el objetivo de volver a los niveles de 1990 respecto de las emisiones antropogénicos de gases de invernadero para el final del presente siglo. Un informe del IPCC reconoce que «el estabilizar las emisiones globales de CO2 en los niveles actuales no conseguirá estabilizar las concentraciones de CO2 para el año 2100». El IPCC también afirma que «conseguir la estabilización a cualquiera de los niveles de concentración estudiados... sólo será posible si las emisiones acaban reduciéndose a niveles bastante inferiores a los de 1990».
Del 1 al 10 de diciembre de este año (1997) se celebrará en Kioto la 3ª Conferencia de las Partes del Convenio sobre el Clima, donde se intentará llegar a un acuerdo para cumplir el objetivo de protección del clima, lo que exige reducciones sustanciales en las emisiones de gases de invernadero. La propuesta mas acorde con este objetivo es el protocolo de la AOSIS (Alianza de Pequeños Estados Insulares), apoyado por muchas ONGs (entre las organizaciones ecologistas AEDENAT y CODA y los sindicatos CC.OO. y UGT), que exige una reducción del 20% en las emisiones de CO2 de los países desarrollados para el año 2005.
La propuesta de la UE contempla una reducción del 15% en las emisiones conjuntas de los tres principales gases de invernadero (dióxido de carbono, metano y óxido nitroso) para el año 2010 y del 7,5% para el 2005. Esto representa un avance sobre la mera estabilización, pero es del todo insuficiente.
Por motivos de justicia, a los países ricos nos toca reducir más nuestras emisiones, que, en términos per cápita, son de casi diez veces las emisiones de los países pobres. Aunque las emisiones de CO2 del Estado español sean inferiores a la media europea, son muy superiores a la media mundial y a lo que nos correspondería emitir en un reparto equitativo del nivel máximo mundial de emisiones compatibles con la protección del clima.
Sin embargo, el objetivo del gobierno español es aumentar las emisiones de CO2 en un 14% para el año 2000 (258.247 kt) respecto a 1990 (226.422 kt), y en un 24,74% para el 2010 (282.440 kt) respecto a 1990. Entre 1990 y el 2010 las proyecciones del gobierno, por sectores y para el CO2 de origen energético, son las siguientes: disminuirán un 3% en la industria, crecerán un 5% en el sector transformador de la energía (por la sustitución de carbón por gas natural) y sobre todo un 42 % en servicios y usos domésticos y hasta un 73% en el transporte. Las emisiones de CO2 de origen no energético en principio no se espera que aumenten.
POR UN NUEVO MODELO ENERGETICO Y DE TRANSPORTE
La propuesta de objetivos que presentamos, a conseguir gradualmente para el horizonte del año 2005, está basada en las siguientes premisas:
A. Reducir las emisiones de CO2 del sector energético en un 20% para el año 2005, respecto a 1990, como primer paso para una reducción ulterior del 60% en el año 2030. Esta medida incluiría el mantenimiento de la producción de carbón nacional.
B. Cierre de las centrales nucleares existentes, estableciendo planes de desarrollo económico que mantengan el empleo en las zonas en que se encuentran situadas.
C. Aumento de la eficiencia energética, proporcionando mayores servicios con un menor consumo energético.
D. Desarrollo de las energías renovables, especialmente la eólica y la solar directa.
E. Mayor penetración del gas natural como energía de transición hacia un sistema basado en las energías renovables.
F. La reconversión del sistema energético debe servir para aumentar el nivel tecnológico, la equidad y la creación de un número importante de empleos estables. Igualmente servirá para reducir otros impactos ambientales.
ALGUNAS MEDIDAS PARA LA REDUCCION DE LOS GASES DE INVERNADERO A NIVEL ESTATAL
2. RELATIVAS AL TRANSPORTE
3. OTROS ASPECTOS
A ADOPTAR POR LAS ADMINISTRACIONES AUTONÓMICAS O MUNICIPALES
1. RELATIVAS A LA ENERGÍA
2. RELATIVAS AL TRANSPORTE
3. RESIDUOS
Más información:
Carlos Martínez
Dpto. de Medio Ambiente. C.S. de CC.OO.
Fernández de la Hoz, 12 - 28010 Madrid
Tel: (91) 319 76 53 Fax: (91) 310 48 04