Los modelos de producción actuales, basados en el consumo abusivo de los recursos naturales (agua, energía y materias primas) y en la generación indiscriminada de sustancias peligrosas (residuos, emisiones o vertidos), están contribuyendo a la degradación progresiva, y en muchos casos irreversible, de nuestra salud y de nuestro medio ambiente. La problemática de las emisiones, vertidos y residuos peligrosos no se reduce al impacto directo que conlleva la presencia de estos contaminantes en el ambiente. El principal problema se presenta cuando no se evalúa el conjunto de acciones que intervienen en la producción industrial, y en su lugar, tendemos a solucionar lo que supone el último eslabón, la gestión de los efluentes peligrosos ya generados. Los diferentes sistemas de tratamiento que las industrias han ideado no representan una solución para la generación de residuos, vertidos o emisiones peligrosas, puesto que éstos no desaparecen, sólo son transformados para ser «asimilados » con mayor facilidad por la atmósfera, el agua o el suelo. Estos medios poseen unos límites de absorción de toxicidad antes de sufrir efectos, niveles que en la mayoría de los casos ya han sido rebasados. En muchos casos la toxicidad, antes de ser expulsada al medio, es transferida de una forma a otra, es decir, de los residuos al agua o al aire, por lo que es preciso hablar de «toxicidad» en el conjunto del proceso. Para solucionar el problema de los residuos peligrosos, vertidos y emisiones, por tanto, debemos prevenir su generación, es decir reducir la contaminación en origen. Esto se consigue únicamente mediante una transformación progresiva de la industria (aunque en algunos casos será necesario adoptar medidas radicales) hacia un modelo de producción basado en los principios de la prevención y de la precaución. La exposición más directa y, seguramente, en la mayoría de los casos, más peligrosa a las sustancias tóxicas empleadas durante los procesos productivos es sufrida por los trabajadores y trabajadoras que manipulan dichas sustancias peligrosas. En muchas ocasiones dicha exposición, junto con la contaminación del medio, se produce como consecuencia de una falta de conocimiento general en la empresa o por negligencia por parte de los directivos de la empresa. Por esta razón, los sindicatos debemos asumir nuestras responsabilidades, y exigir nuestros derechos medioambientales, que empiezan con disponer de toda información sobre salud laboral y medio ambiente relevante a la actividad industrial, e incentivar los cambios necesarios para garantizar una buena calidad del ambiente en que se trabaja y evitar efectos dañinos para el medio ambiente. Los trabajadores y trabajadoras poseemos nuevos instrumentos cuya utilización pueden contribuir al desarrollo de actuaciones medioambientales en la empresa, como son los derechos de los «delegados de prevención»o la normativa sobre el libre acceso a la información medioambiental. Con la experiencia, en el sindicato estamos aprendiendo que cuando una industria es contaminante, ésta no tiene futuro a corto o medio plazo, al tener que competir con empresas más «verdes», y luchar contra las numerosas presiones constituidas en un mundo que tiene cada vez mayor «conciencia ecológica». No obstante, hasta ahora nos ha sido difícil reconocer la insustentabilidad e inviabilidad de ciertas industrias, que al final acababan desapareciendo, por no poder adaptarse a la normativa medioambiental o por no poder pagar las sanciones que se le habían impuesto por infracciones de la legislación. Las empresas no pueden obligar al trabajador o trabajadora a elegir entre preservar su entorno natural y mantener un empleo. Ecología y economía no son conceptos separados, sino complementarios. Dentro de la definición de producción limpia se incluye la necesidad de garantizar sistemas de producción que tiendan a alcanzar la justicia social. La fórmula consiste en diseñar planes de transición integrados y armonizados para lograr un equilibrio entre las necesidades sociales y el medio ambiente. PRINCIPIOS BASICOS DE PRODUCCION LIMPIA El estado idóneo, obviamente, es una industria que se encuentre en perfecto equilibrio con las necesidades sociales, y el medio ambiente. A este equilibrio se tiende únicamente cuando desarrollamos una producción limpia, que implica actividades que: En el camino hacia este modelo de producción, debemos ir incorporando cuatro principios básicos, definidos por el sindicato británico MSF en su publicación de «Producción Limpia ». 1. Principio de precaución «Las medidas medioambientales deberán anticipar, prevenir y atacar las causas de degradación medioambiental. Cuando hay amenazas de daños medioambientales serios o irreversibles, la falta de confirmación científica no deberá utilizarse como razón para posponer medidas de prevención de degradación medioambiental ». (Declaración de ministros en la Conferencia de Bergen en 1990). 2. Principio de prevención Resulta más barato y más sencillo prevenir daños ecológicos que crearlos, y después remediarlos. Según la Agencia de Medio Ambiente de EE.UU., « la prevención de la contaminación es reducción en origen que está definida como cualquier práctica que: Las prácticas de prevención de la contaminación pueden incluir equipos, procesos, mecanismos o modificaciones tecnológicas, reformulación o rediseño de productos, sustitución de materias primas y mejoras de mantenimiento y control de inventarios. Bajo esta definición, las actividades de gestión de residuos, incluyendo reciclaje, tratamiento y vertido no se consideran métodos de prevención de la contaminación.» 3. Principio de integración Para adoptar este principio, hay que «adoptar » una actitud integrada, es decir, no sólo evitar que se transfiera la contaminación del aire al suelo o al agua, o que la toxicidad o peligrosidad se transfiera en el proceso al producto. Así, la prevención consiste en no introducir sustancias peligrosas a lo largo del proceso de producción y, cuando no sea posible sustituir las materias primas peligrosas, sustituyendo los procesos y productos. 4. Principio democrático Para el desarrollo de tecnologías limpias será necesario el trabajo de expertos y técnicos. Pero en realidad, son los trabajadores de la línea de producción quienes conocen cómo se realiza el trabajo en la práctica y, por tanto, son quienes se encuentran en la mejor posición para identificar las posibilidades de minimización de residuos, vertidos, emisiones, exposición a sustancias peligrosas. La experiencia de los proyectos de producción limpia llevados a cabo, como PRISMA, Aire/Calder, Catalyst o en el programa de «La Prevención de la Contaminación Paga» de la compañía 3M, han demostrado que su éxito se ha logrado únicamente con la participación muy activa por parte de todos los trabajadores. En muchos casos, los beneficios económicos también han sido compartidos por todos los trabajadores. La producción limpia tiene además que involucrar a todos los ciudadanos en cuanto a que deben consumir conscientemente, eligiendo productos más respetuosos con el medio ambiente, y cuando sea necesario modificando estilos de vida y sistemas de valores, de forma que se satisfagan las necesidades con un menor consumo de energía y materias primas (y productos no contaminantes). Esto no implica volver atrás en el progreso, sino progresar teniendo en cuenta nuestro entorno natural, al igual que el nivel de vida de otras comunidades y el equilibrio en la biosfera.
El concepto de producción limpia va un paso más allá, actuando para reducir el consumo y sus ciclos de energía y recursos y del uso de sustancias con potencial de causar daños sin tener que esperar a tener evidencia de daños serios.ÁREAS TEMÁTICAS
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