Corcoesto: detuvimos el desastre pero la amenaza continua

Violeta A. Esteban
Un ejemplo de proyectos que contaminan el medio ambiente, ponen en peligro nuestra salud y destruyen empleo para satisfacer la codicia de la economía especulativa

El pasado mes de octubre la Xunta de Galicia dio un paso atrás en lo que hubiera podido ser un auténtico desastre medioambiental y social para Galicia: la puesta en marcha del proyecto de minería a cielo abierto para la explotación de oro en una antigua mina de Corcoesto, una de las diez parroquias de la Cabana de Bergantiños (Coruña). Para quienes no conozcan el caso, a finales de 2012, en CCOO nos enteramos de las intenciones de una pequeña empresa multinacional Edgewater Exploration, que pretendía resucitar la veta abandonada en 1910 por la británica Sagasta Gold Mines, para extraer 1.095.000 onzas de oro en Corcoesto usando el cianuro para separar el metal precioso de la roca. Tras 13 años mordiendo el monte, la empresa canadiense, a través de su filial gallega Mineira de Corcoesto S.L., se llevaría el oro y dejaría en tierra gallega 89 millones de metros cúbicos de estériles triturados hasta milésimas de milímetro y balsas con 11 millones de metros cúbicos de lodos. Legalmente, en las piscinas de lixiviados, podrían quedar acumuladas, con la bendición de la Xunta de Galicia, 12 toneladas de cianuro.

La decisión de Xunta de Galicia de paralizar el proyecto responde a una intensa presión ciudadana - se han recogido más de 24.000 firmas contra el proyecto- gracias a la directa implicación de plataformas como Salvemos Cabana y organizaciones como la Sociedad Gallega de Historia Natural. En los momentos más difíciles de esta movilización, CCOO fue el único sindicato que se mojó realmente en la lucha por visibilizar los nefastos efectos que el proyecto tendría sobre el medio natural, la salud de las personas y el tejido laboral consolidado de la zona. Mientras otras organizaciones sindicales se rasgaban las vestiduras delante de los afectados pero evitaban hacer declaraciones públicas que les comprometieran, el Consello Nacional de CCOO de Galicia aprobó por unanimidad una declaración donde rechazaba de plano el proyecto.

Todas las organizaciones de CCOO Galicia estuvieron de acuerdo: los riesgos para la salud y el medio ambiente que supone un proyecto de semejantes características exigían el rechazo de una organización de clase como CCOO que entre sus señas de identidad lleva haber sido pionera en la defensa de la salud de las personas y el medio ambiente. No defraudamos nuestros principios, fuimos valientes e hicimos público, por consenso, un rechazo total a la barbarie del pan para unos pocos y hambre y enfermedad para muchos. Todos sabemos que no es fácil, en momentos como éste, cuando la crisis hace estragos en tantos hogares, saber distinguir el trigo de la paja y dar un paso al frente para defender la salud, el medio ambiente y unas condiciones de trabajo decentes y justas. Por eso me siento especialmente satisfecha de la actuación de CCOO en el caso del proyecto minero de Corcoesto.

Las razones que nos llevaron a oponernos al proyecto deben ser recordadas porque la amenaza persiste: el departamento de Industria de la Xunta de Galicia comunicó a Mineira de Corcoesto, la filial del grupo canadiense Edgewater, que el proyecto quedaba cancelado por falta de solvencia técnica y financiera del grupo. Sin embargo, el gobierno aún no ha dado marcha atrás revocando una declaración de impacto ambiental totalmente deficiente que aprobó en su día y que podría tener una validez de cinco años. Es decir, el peligro sigue ahí y es muy necesario que desde organizaciones como CCOO reflexionemos sobre cuál ha de ser nuestro papel en situaciones como éstas, por qué nos opusimos y por qué nos seguimos oponiendo a proyectos como el de Corcoesto, que lamentablemente, no son los únicos que amenazan la salud de los trabajadores y trabajadoras gallegas.

Enormes riesgos para la salud de las personas y el medio ambiente

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El método elegido para la recuperación del oro en este proyecto (hidrometalurgia), se proponía emplear tecnologías de lixiviación mediante cianuro de sodio disuelto en agua en inmensas cantidades. Estamos hablando de un proyecto que pensaba utilizar para extraer el poco oro que queda en Corcoesto, 1,49 toneladas métricas de cianuro al día y 1.111.000 litros de agua al día. El cianuro de sodio es una sustancia química que tiene efectos perjudiciales incluso a dosis bajas, pudiendo afectar al aparato respiratorio y a los sistemas cardiovascular, gastrointestinal, neurológico, ocular y dérmico, dado que en contacto con la piel puede absorberse. La inhalación de concentraciones de 401 a 601 mg/m³ resulta mortal para el ser humano. Los efectos sobre la salud pueden durar meses o años, y van desde el riesgo de padecer cáncer a los problemas reproductivos, hipertiroidismo, o daños permanentes en el sistema nervioso. La peligrosidad de esta sustancia viene recogida en la Resolución del 5 de mayo de 2010 del Parlamento Europeo. El texto del Parlamento Europeo recuerda que el uso del cianuro en tecnologías mineras ha sido la fuente de “más de 30 accidentes importantes” en los últimos 25 años, ocasionando daños de extrema gravedad sobre ríos y acuíferos, tierras de cultivo y biodiversidad, destacando el accidente de Baia Mare (Rumanía), donde la rotura de una balsa minera provocó el vertido de 100.000 metros cúbicos de aguas residuales cianuradas derivando en una catástrofe ambiental sin precedentes a nivel continental.

El mismo Parlamento Europeo pidió a la Comisión Europea, “la prohibición completa del uso de las tecnologías mineras a base de cianuro en la UE”, al “ser la única forma segura de proteger nuestros recursos hídricos y ecosistemas de la contaminación por cianuro procedente de las actividades mineras”, y solicitó a los estados miembros “que no presten apoyo, de forma directa o indirecta, a ningún proyecto minero en la UE en el que se empleen tecnologías mineras a base de cianuro hasta que sea aplicable la prohibición general, ni respalden proyectos de esas características en terceros países”. ¿Por qué la Xunta de Galicia hace caso omiso de dichas advertencias? No lo sabemos.

El problema no radica solo en el empleo de cianuro durante el proceso de recuperación, del oro, sino que la empresa pretendía efectuar su transporte por carretera en zonas de alto nivel de densidad poblacional con el consiguiente peligro para la población. Descubrimos que la empresa Mineira de Corcoesto S.L./ Edgewater, que pretendía realizar ese transporte, no se había comprometido a suscribir ningún un seguro de responsabilidad civil que cubra económicamente y de manera integral las consecuencias de un posible vertido o accidente a gran escala,  un seguro cuantificado públicamente por diversas fuentes en torno a unos 350 millones de euros. Tampoco la propia Xunta de Galicia se lo había exigido.

El mayor riesgo para el medio ambiente y la salud de la población se derivaría de la posible rotura de las balsas mineras, enclavadas en una zona de riesgo sísmico moderado, lo que podría provocar una catástrofe ambiental sin precedentes en la zona, sepultando bajo varios metros de desechos tóxicos el Estuario del río Anllóns, una de las zonas de mayor riqueza en paisaje y biodiversidad de toda Galicia. Como señala el periodista medioambiental, Ramón Varela, uno de los promotores de la plataforma Salvemos Cabana: “La estadística dice que al menos una vez al año una balsa minera en el mundo tiene un accidente grave, y la práctica, que en caso de desastre ambiental las empresas del sector suelen eludir sus responsabilidades”.

Para que nos hagamos una idea de lo que estamos hablando, baste recordar cómo la madrugada del 25 de abril de 1998, una balsa de residuos mineros altamente contaminados procedentes de la mina de la empresa de capital sueco Boliden-Apirsa en la localidad andaluza de Aznalcóllar, se rompió provocando un desastre ecológico en las inmediaciones del Parque Nacional de Doñana, del que la empresa minera jamás llegó a hacerse responsable. Aceptar la puesta en marcha del proyecto minero de Corcoesto significaba aceptar la posibilidad de un nuevo desastre como el de Aznalcóllar.”.

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Además del cianuro, está el arsénico que se libera al separar el oro de la roca. La Sociedad Gallega de Historia Natural ha difundido un informe elaborado en 2011 por científicos del CSIC y la Universidad de Vigo que demuestra que, un siglo después de quedar parada la mina de Corcoesto, la explotación aún tiene efectos perniciosos en el cauce de un río protegido y su espectacular desembocadura. El río Anllóns, lugar de Interés Comunitario, Zona de Especial Protección para las Aves, arroja al menos 850 kilos de arsénico a su estuario; más veneno, en proporción, que el que vierten ríos industrializados como el Támesis, el Sena, el Loira o el Ródano. Esta sustancia procede del triturado del mineral –rico en arsenopirita- efectuado históricamente en Corcoesto por diversos proyectos mineros como el realizado por la anterior empresa, una explotación paralizada hace más de un siglo. La empresa inglesa se llevó entonces 2.363 onzas, y a pesar de practicar una minería menos invasiva que la que ahora se pretende, la lluvia, los arroyos y el Anllóns siguen capturando arsénico al pasar por Corcoesto.

Con el proyecto en la mano, era evidente que el volumen de residuos que la mina de Corcoesto pretendía generar cada año supera todas las previsiones imaginables. El mismo proyecto de la empresa lo cifraba en más de 2,100,000 Tm de residuos, de las que 100,000 serían de lixiviación altamente contaminados. A modo de comparación, el desastre del petrolero 'Prestige' ante las costas gallegas, redundó en “sólo” unas 63,000 toneladas de chapapote. En la práctica, los residuos que la mina de Corcoesto pretendía generar equivalen a tener el impacto de casi un 'Prestige' y medio anualmente concentrado en una misma comarca.

Destrucción de empleo

En el plano laboral el proyecto hacía relación a 271 empleos directos, de los cuáles 133 se realizarían a través de subcontratas. ¿Qué significa eso? Significa que se trata de un empleo, la mayor parte de las veces muy precario que sólo se instalación que podría ser de meses o semanas en algunos casos. Lo que se conoce de minas de oro semejantes en otras zonas del mundo, es que una vez finaliza el período de desmonte del terreno y construcción de las infraestructuras, la mecanización y la llegada de mano de obra especializada provocan un descenso drástico de las contrataciones, especialmente a nivel local.

En relación al empleo, la gran verdad que la Xunta ha ocultado es la cantidad de miles de puestos de trabajo directos como indirectos en el sector primario que podrían estar en peligro si esta explotación minera llegara a salir adelante, tanto en el sector agropecuario como marisquero, sectores que junto con el turístico podrían verse gravemente afectados por la reapertura de dicha mina tanto durante su explotación como después de su vida operativa. Las actividades de la mina, por su sistema de explotación son altamente contaminantes: las megadetonaciones dispersan partículas de polvo tóxico y metales pesados no visibles pero sí respirables, que podrían afectar a la producción agropecuaria y marisquera de la zona.

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Tan sólo en el sector agrario de la comarca de Bergantiños hay según datos oficiales, 1.452 explotaciones que emplean a 2.714 personas. La mayor granja de Galicia, A Devesa do Langueirón, en la localidad Ponteceso, está a un kilómetro en línea recta de los terrenos de la mina. Una analítica que detectara cianuro o arsénico en la leche daría al traste con todo el sector.

Desgraciadamente, el caso de Corcoesto no es puntual o un caso aislado. La plataforma Salvemos Cabana denunció en base a documentos de la propia Xunta que este proyecto está enmarcado dentro de un plan de megaminería a gran escala donde esta situación se repetiría a lo largo y ancho del territorio de  Galicia. Primero se detectaron media docena de proyectos similares al de Corcoesto. Ahora se habla de unos 34 proyectos de exploración e investigación minera de la misma naturaleza planteados por varias empresas canadienses. Se trata iniciativas puramente especulativas, vinculadas al elevado precio que debido a la actual crisis económica ha alcanzado el oro. Proyectos cuya explotación tiene una duración limitada pero que suponen una auténtica transformación social, económica y ambiental de proporciones desastrosas e incalculables para la propia evolución y desarrollo de Galicia.

Desde CCOO exigimos la paralización urgente de este tipo de proyectos de extracción de oro a cielo abierto en Galicia y denunciamos la  actitud totalmente irresponsables tanto de la Xunta como de su presidente Nuñez Feijoo por  permitir y fomentar el uso de sustancias altamente tóxicas y contaminantes en este tipo de proyectos desoyendo incluso al propio Parlamento Europeo que pide su prohibición, provocando así situaciones que nos retrotraen a épocas pasadas y  a situaciones propias del colonialismo del siglo XIX.

Violeta A. Esteban, Secretaria de Salud Laboral y Medioambiente de CCOO-Galicia

 


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